Desde las nueve
Las doce y media. El tiempo pasó volando
desde las nueve, cuando encendí la lámpara
y me sente aquí. Sentado sin leer
y sin hablar. ¿Con quién podría hablar,
solo con mi alma en esta casa?
Desde las nueve, cuando encendí la lámpara,
la imagen de mi cuerpo joven
me ha perseguido para evocarme
cuartos perfumados y cerrados,
el placer atrevido de otros días.
Y me trajo también a la memoria
calles que ya no reconozco,
cabarés llenos de vida que han cerrado,
teatros y cafes que ya no están.
La imagen de mi cuerpo joven
también me ha recordado motivos de tristeza:
lutos de familia, separaciones,
los sentimientos de los míos, los sentimientos
de los muertos tan poco valorados.
Las doce y media. Cómo ha pasado el tiempo.
Las doce y media. Cómo han pasado los años.
Che fece... il gran rifiuto
A algunas personas les llega un día
en que deben decir el gran Sí
o el gran No. Se ve en el acto quien tiene
listo el Sí en su corazón, y, al decirlo,
avanza con honor, firme en su convicción.
El que se niega no se arrepiente. Si le volvieran a preguntar,
volvería a decir No. Pero ese No —que es correcto—
lo socava el resto de su vida.
Manuel Comneno
Un día desolado de setiembre
el emperador Manuel Comneno
sintió que su muerte estaba cerca.
Los astrólogos –a sueldo– de la corte
insistían en que aún
le quedaban muchos años por vivir.
Mientras ellos hablaban, sin embargo,
recordó una vieja costumbre religiosa
y mandó traer hábitos de un monasterio
y se los puso, contento de adoptar
la humilde imagen de un sacerdote o un monje.
Felices aquellos que creen
y que terminan su vida, como el emperador Manuel,
humildemente envueltos en su fe.
[Versiones de Gerardo Gambolini a partir de las traducciones inglesas de
Stratis Haviaras, Edmund Keeley/Philip Sherrard, y Daniel Mendelsohn]
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