lunes, 22 de junio de 2020

Consuelo Hernández (Colombia, 1952)



Oración
Protégeme, Señor, de tanta escoria
atravesada en mis veredas
purifica mi sangre de rencores.
Brilla mis huesos,
hazlos flautas de melodías más sublimes.
Dame forma de piedad
compadécete, Señor, de tantos necios
que merodean en mis predios.
Desteje el manto de la ira
y cuídame del zarpazo de las gatas. 
Despoja a los miserables de sus armas,
somételos a tus leyes
las leyes de tu grey.
Vuelve a los hipócritas estatuas
y congela las lenguas viperinas. 
Haz que reconozca cada disfraz de la maldad,
dame vida para usufructuar tus espacios
y que no me llegué tarde la dulzura.
Une mi petición al viajar del universo
Soy maestra de lidia, 
pero no permitas que me agote en la pelea.
Hazme ver claro.
desata mis cadenas
oye la súplica de tu fiel devota
y no permitas que las caras de Saturno
las sonrisas del payaso
ni las miradas afiladas se detengan a mi vera.




Los músicos de jazz 
                                                                       
Detrás de las caras herméticas
oigo gritos de dolor
el sudor de los mayores
amargo jugo de la caña dulce. 
Suena el machete en los címbalos 
al suelo caen los tallos
el ganado come las hojas
y en las pailas el guarapo
se mermará gota a gota.
Sonidos de acres metales
repentinas erupciones,
(rebop, bebop, bop)
improvisa ya el bajista
limpiando toda malicia.          
Los gritos del capataz
el rechinar de los látigos.
La iracundia de los rostros
viaja del susurro al grito. 
Chisporroteo de ritmos
la música recomienza.
Con Chano Pozo la marcha
su tambor mancha de sangre
en el "Río Café de Harlem." 
Sonámbulos embriagados
politonales solistas
inventan en su locura
melodías y canciones.
Salta el coro sucesor
regula las emociones
de Chano Pozo sus manos
ampolladas en las congas...
Dizzy Gillespie lo escucha
romper con lengua africana
el alto cielo de ritmos.
El ataque al corazón
de Luis del Campo en la pista
dejó sola a la danzante...
Mario Bauza, Tito Puente,
Pérez Prado con su mambo.
Entre el grito y el gruñido
va el torturador de esclavos.





(Sol negro)

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