martes, 2 de junio de 2020

Carlos de la Rica (España, 1929 – 1997)



La marcha de los negros

A Josefina Baker, con mi corazaón.

“Yoruba soy, soy locumí,
Mandinga, congo, carabalí”.
Nicolás Guillén.


 
Al despuntar de la mañana
bajo los árboles, el kiosco y en la acera
cerca del río y de la plaza
esta noticia leí en los periódicos de Tebas:
JOB EQUALITY FOR ALL MINORITES
NO U.S. DOUGH TO HELP JIM CROW GROW
(Algo ocurre cuando el pulso de los negros
cual yunques tempraneros su sobresalto crecen;
ocurre algo cuando la dulzura en la muchacha
la rubia muñeca peina y acaricia;
tal vez sea que los sistemas envejezcan).
Los negros alzaban sus huesos,
alzaban sus manos los negros.
Los negros cantaban bajo los postes.
Los negros hablaban de tambores.
Los negros decían, trepaban al trono de los negros
Decían
Those birds sing upon the tree:
Hijos somos todos de Dios.
Y el habitante de Tebas vio que en la llanura
crecían los negros como una alta columna,
los brazos alargaban los negros al estanque,
salta el mulato, el lucumí, carabalí,
grita el muchacho
I see my neighbour drinking
(mandinga, congo, carabalí;)
Y el negro duerme, el negro espera, el negro dice,
los brazos planta en la colina:
FREEDOM.
FREEDOM color pared, color dulzura,
color de luz. El negro espera, también
perdona.
Y el blanco canta:
kept you waiting so long;
Ya no es el muro tranquilo del Sur,
ni el fiel cafetal lucumí, ni la botella.
¡Negro en los caminos del palacio de la Igualdad!
Negro del trigo que las lágrimas maduran
de esperanza.
Negro que esta mañana de nupcias me hablas
y cien astros en las espaldas amplias anudas.
¡Habrá justicia!
Mi corazón saluda la marcha de los negros del Sur,
de los que hoy encienden de antorchas
su noche
y ante Lincoln o Wasington reciben
los odres llenos y los cáñamos del nuevo orden.
Saluda mi alma
a los chiquillos que hacen señales con sus tripas desnudas,
a los corredores de los estadios;
a King Martin Luther y a su Coretta.
Estabas condenado, oh negro, y ahora
mi corazón saluda
a Harry Belafonte y a Sidney Poitier
a la oliva de Ralph Buncke,
los pájaros preciosos de Marian Anderson
y el capelo o la sagrada púrpura en la bondad del pastor.
Saludo, yo os saludo
en donde el sol nace y sus dedos entretiene
en recoger diez mil rosas,
FREEDOM pues sois mis hermanos,
hijos de Mississippi y de Virginia,
Alabama, hijos
De la salva y de Brasil, de Luanda
o de Georgia.
Yo leí esta mañana,
Una piedra cayó esta mañana,
Hasta aquí, en el kiosko,
a mis manos vino una esmeralda.
Mi corazón está en el viento
mis manos un ramo de flores
para ti, Josefina
Baker, y un beso
vaga hasta besar tu frente,
oh Nicolás
Guillén
de Cuba. 
 
 


De su libro
Poemas Junto a un pueblo,
Poesía de España, 1977.
 
 
(Fuente: Poesía de El Toro de Barro)

 

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