
INGRATOS
ingratos
los objetos cayeron por la escalera, desentendidos de todo cuidado.
La arenilla de las cosas rotas, como líneas de cocaína en los escalones,
invitan a la fiesta inversa del desastre.
La puerta del balcón está abierta
y el frío colma los platos sucios olvidados sobre el mantel
¿recuerdas cómo oscurecía mi frente bajo el sombrero de ala rota
o el dolor esa aguada esparcida en la noche donde un animal bebe apartado
porque su sed es de ese brillo de agua rara en la oscuridad
la sospecha de que las cosas empiezan a empeorar es lo único que duerme sobre mi hombro
tranquila Leonor
los vidrios ya están rotos al fondo de la escalera
y asomada al barral
ves los destellos insignificantes de lo que tuvo un orden de belleza y utilidad.
Rabiosos insectos corren por los tabiques porque el ruido de lo que estallaba los quitó de la armonía
tranquila Leonor
serena como el criminal en el momento de quitar el cuchillo de entre los cubiertos
porque en tu mano los objetos pierden su inocencia
y en tu vida los sucesos se ordenan con crueldad
¿recuerdas la corrida en la media, a lo largo del muslo como una vena expuesta
y el sombrío perfume del tiempo que perdías contemplando actores de teleteatro en las tardes inmensas como otra patagonia en las sienes
eterno femenino
de fastidiados mechones humedecidos en la comisura de la boca
no pidas otro lugar que este descanso en lo alto de la escalera
donde verás el derrumbe de las construcciones;
como ocurre a esta altura de la vida
embebido en acetona el algodón con el que vas a quitarte el esmalte de los ojos.
LEONOR
GARCÍA HERNANDO es una gran poeta argentina de la generación de los
años setenta injustamente poco conocida. Autora de culto, seguida por
pocos pero fervorosos y buenos lectores de poesía, luego de su muerte en
marzo del 2001 en Buenos Aires, donde residía (había nacido en Tucumán
en 1955), comenzó a interesar a poetas más jóvenes, con los que su obra
renovadora sintonizaba.
Formó parte del taller literario "Mario Jorge de Lellis" y del consejo de redacción de la revista Mascaró.
Publicó
los libros de poesía "Mudanzas" (1974), "Negras ropas de mujer" (1987),
"La enagua cuelga de un clavo en la pared" (1994), "Tangos del
orfelinato/Tangos del asesinato" (1999) y "El cansancio de los
materiales" en el 2001, del que llegó a ver los primeros ejemplares dos
semanas antes de morir.
(Fuente: Alejandro Daniel Michelena)
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