jueves, 28 de agosto de 2025

Han Kang (Corea del Sur, 1970)

 

 

 

 

 

LA CANCIÓN QUE OÍ AL ALBA

 

A través de la rendija
de la luz primaveral
y la oscuridad que se dispersa,
se vislumbra
un alma medio muerta
y yo cierro los labios.
La primavera es la primavera.
La respiración es la respiración.
El alma es el alma.
Y yo cierro los labios.
¿Hasta dónde se dispersa?
¿Hasta dónde se filtra?
Voy a esperar.
Abriré los labios cuando se cierre la rendija.
Cuando se derrita la lengua,
abriré la boca.
De nuevo.
Ahora de nuevo.
 
 
 

EL INVIERNO AL OTRO LADO DEL ESPEJO 9

 

Flamenco en el teatro del tango
 
Hay que golpear los pies con la vista adelante.
Tiemble el empeine o se quiebre,
se pierda el ritmo o se desmorone,
la cara siempre hacia delante,
los ojos siempre ardientes.
Hay que mirar fijo lo que no se puede ver de frente
como el sol, la muerte,
el horror o la tristeza.
Como si se los pudiera vencer,
hay que deslizarse, inclinado,
con el corazón lleno de ínfulas.
(Los instrumentos se inflan
como panes sollozantes).
Si los pudiera vencer,
podría tenerte
o matarte.
Aprovechando la gravedad, inclinado,
hay que deslizarse en una línea oblicua más tensa aún.
 
 
 

MARK ROTHKO Y YO

 

La muerte en febrero
 
Aunque no hace falta que lo aclare,
no existe relación alguna entre Mark Rothko y yo.
Él nació el 25 de septiembre de 1903
y murió el 25 de febrero de 1970.
Yo nací el 27 de noviembre de 1970
y todavía sigo viva.
Sin embargo, a veces me pongo a pensar
en el tiempo de nueve meses
que separan su muerte y mi nacimiento.
Días antes o después
de esa madrugada en que él se abrió las venas de las manos
en la cocina anexa a su taller,
mis padres fundieron sus cuerpos
y poco después
una mota de vida
apareció en el útero tibio
cuando en un cementerio de Nueva York al final del invierno
el cuerpo de Rothko no se había corrompido todavía.
No es para maravillarse
sino para entristecerse.
Siendo solo una mota,
sin tener aún un corazón que late,
sin saber lo que es el lenguaje,
 
lo que es la luz
ni las lágrimas,
me estaba formando
dentro del útero sonrosado,
cuando entre la vida y la muerte,
febrero, una herida abierta,
resistió y resistió
hasta que empezó a cicatrizar por fin,
cuando dentro de la tierra a medio derretir y por eso más fría
la mano de Rothko no se había corrompido todavía.
 
 
(Fuente: Lab De Poesía) 
 

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