No podría
hoy
dormir
sin la placidez
de Garcilaso.
No podría,
desamparado,
ser testigo y estrella,
aflicción
y acento.
Y manos
y pastores
y prados de memoria
de sombras encendidos,
para ejercicio
fausto y delicado
de vivir en esta tierra,
a llanto y risa,
apaciguado.
- Inédito -
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