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Nada tan silencioso como el tiempo
dentro del cuerpo. Porque pasa
y el crujido sonoro de unos árboles
que son nuestros cabellos imaginarios.
Incluso en el iris de nuestros ojos, el tiempo
hace crepitar chispas de luz breve.
Sólo en el interior sin nombre de nuestro cuerpo
o en la esfera húmeda de algunos
órbita desprendida,
el tiempo persigue en silencio
la sangre que se agota sin ruido.
Entre el principio y el fin, corroe
las vísceras que ocultamos como la tierra.
Nuestros labios se arrastran, como
las mañanas musicales de los pájaros.
Hasta nuestros oídos cantan en la noche
escuchando el amor de cada día.
La piel recorre el cuerpo con su flujo
de agua, y las lágrimas de angustia
son estridentes al buscar un eco.
Pero sentimos en el corazón que somos
hijos del tiempo y que si amamos hoy
fue después de haber amado ayer.
El tiempo es silencioso y enigmático
inmerso en el denso calor del vientre materno.
Guardado en el más espeso silencio,
el tiempo hace y deshace la vida.
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Fiama Hasse Pais Brandão fue una poeta portuguesa 
(Fuente: Grover González Gallardo Poesía)
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