Los condujo fuera de las arenas ardientes en medio del infierno -ahora esperan pacientes a que el viento haga retroceder los ríos-. En ninguna provincia queda lugar para los elefantes sagrados, sus hembras preñadas y sus parientes de alta cuna.
Con la edad, la impotencia va en aumento, se pierden lugares seguros. Y aunque la ciudad es siempre la capital de su pena, para ellos iba a ser un lugar donde fuera posible multiplicar la felicidad, perdonar a los pájaros malditos, bendecir la tierra.
Ciudad muda como un camposanto con los enlutados inclinados. Todo estancado, los elefantes sagrados se van petrificando despacio y no habrá nadie que dé testimonio del milagro del nacimiento, del dolor breve y bello. La gracia se aleja, como el último aliento.
Trad. Ada Trzeciakowska
lapidarium
Wyprowadził je z rozżarzonego piachu w sam środek piekła – teraz czekają cierpliwie, aż wiatr zawróci rzeki. W żadnej z prowincji nie ma miejsca dla świętych słoni, ich brzemiennych samic i wysoko urodzonych krewnych.
Z wiekiem przybywa bezradności, ubywa bezpiecznych miejsc. I chociaż miasto jest zawsze stolicą jego smutku, dla nich miało być miejscem, w którym uda się rozmnożyć szczęście, ułaskawić wyklęte ptaki, poświęcić ziemię.
Miasto ciche jak cmentarz, żałobnicy pochyleni, milczący. Wszystko stoi w miejscu, święte słonie zastygają powoli i nie będzie komu zaświadczyć o cudzie narodzin, o bólu krótkim i pięknym. Łaska oddala się, jak ostatni oddech.
Yo he sabido ver el misterio del verso que es el misterio de lo que a sí mismo nombra el anzuelo hecho de la nada prometido al pez del tiempo cuya boca sin dientes muestra el origen del poema en la nada que flota antes de la palabra y que es distinta a la nada que el poema canta y también a esa nada en que expira el poema: tres son pues las formas de la nada parecidas a cerdos bailando en torno del poema junto a la casa que el viento ha derrumbado y ay del que dijo una es la nada frente a la casa que el viento ha derrumbado: porque los lobos persiguen el amanecer de las formas ese amanecer que recuerda a la nada; triple es la nada y triple es el poema imaginación escrita y lectura y páginas que caen alabando a la nada la nada que no es vacío sino amplitud de palabras peces shakespearianos que boquean en la playa esperando allí entre las ruinas del mundo al señor con yelmo y con espada al señor sin fruto de la nada. Testigo es su cadáver aquí donde boquea el poema de que nada se ha escrito ni se escribió nunca y ésta es la cuádruple forma de la nada.
Farhad Pirbal, nacido
en 1961, es tal vez el mayor innovador de literatura kurda del siglo
XX, tanto en poesía como prosa. Su primera colección, Exil, escrita
entre 1984 y 1990 en su ciudad natal de Hawler, capital de la región
kurda de Iraq, y en sus viajes exílicos por el continente europeo,
expone la influencia de los surrealistas franceses y otras escuelas
europeas, un vínculo entre literaturas internacionales que Pribal
argumenta fue esencial para el desarrollo de la literatura kurda del
siglo XX. Un experimentalista empedernido, ha explorado la poesía visual
y el caligrama, creando, por ejemplo, un poema con la forma de la Torre
Eiffel -una gran hazaña en ortografía kurda-, y experimentando con el
borrado y la tachadura de los textos más icónicos del nacionalismo
kurdo. Sus innovaciones formales también se extienden hasta su prosa
estilizada. Su trabajo deja entrever un agudo sentido de nostalgia por
tiempos más simples, el Kurdistán de sus recuerdos infantiles. La poesía
es una crónica de exilio y desplazamiento, de añoranza y de la
no-pertenencia. Nos recuerda que el retorno al hogar de uno no es un
regreso del exilio, porque del exilio no hay regreso. Este poema largo
fue escrito en París en 1992, y esta traducción, hecha con Jiyar Homer,
el más importante traductor del kurdo al español, viene de una
antología poética que lleva el mismo título, que será editada por Gato
Negro en la Ciudad de México en el 2022.
REFUGIADO NÚMERO 33.333
En ese tiempo tenía diecinueve años
Aún no había visto diecinueve ciudades
Ni diecinueve pueblos
Ni diecinueve barrios
Incluso ni diecinueve de las calles de mi ciudad,
Así que ninguno de mis poemas, jamás, excedió diecinueve versos.
Mi juventud fue una guerra; se me escapó.
Tan temprano empaqué las memorias de mi niñez y me fui
Teherán en ese tiempo, una gran mezquita colorada,
En cada banqueta, una mujer: de luto, sentada.
Estaban adivinando los futuros de los jóvenes y adolescentes exiliados como yo:
“Entonces, como el profeta Moisés,
¿A dónde me dirigirá el mar de la libertad del exilio?’’
Estaba pensando irme a pie
Hasta China, la gran China.
A veces también pensaba en Kapoor
Él mismo y su elefante y sus nueces y sus canciones.
Y a veces decía a mí mismo: “voy a bautizarme en los sagrados ríos Indo y Ganges;
Quizás los dioses de allí me presentarán con una fortuna mejor.”
En el camino me detuvieron las almas de Avicena y Baba Taher
En el santuario exiliado de aquellos dos me encontré con la hermanastra del tío de mi padre
Que tenía cuarenta y cuatro años, exiliada allí de Hawler como una daga de oro de la era de los asirios:
Como Baba Taher
Como el nombre de una hierba de la zona de Joshnaw
Exiliado dentro del libro El canon de la medicina de Avicena.
La hermanastra del tío de mi padre
Deseaba que me casara con su hija de diecisiete primaveras de edad,
Y mis pensamientos se profundizaban hasta las memorias de mi infancia y del camino del exilio ante mí.
República Islámica de Irán
Karaj
Campo de los refugiados kurdos iraquíes
Celda Ayatolá Montazerí
Refugiado número treinta y tres mil trescientos y treinta y tres
Atención: Farhad Pirbal
¡Esta fue la dirección de un año completo de mi juventud!
Fue allí que yo, por necesidad, soñaba con Europa, el mar y la libertad.
Allí, en una celda larga de cincuenta y cinco metros
Con cincuenta y cinco camas de cinco ruedas
Solamente se prendía una linterna.
Allí, en una cárcel oscura como las de la Edad Media
Donde solamente podíamos ver los ojos de la niebla por siete horas cada semana,
Allí, en una ducha
Donde nos daban solamente una barra de jabón cada tres meses,
Allí, en una tarde cansada y llena de moscas
Donde treinta y tres mil trescientos y treinta y tres personas a la vez
Hicimos cola para un pedazo de carne
O para una gota de sopa llena de mosquitos.
Allí, junto al Edificio de los derechos humanos,
Allí, donde fue una cárcel durante los años de la guerra,
Allí fue donde yo por primera vez
¡Soñé con Europa, el mar y la libertad!
Allí,
de vez en cuando, recibimos los mensajes de las almas exiliadas:
Estocolmo recientemente devolvió a seis refugiados,
Berlín Este nos echaban los perros policía desde el aeropuerto,
Berlín Oeste nos usaba para limpiar sus cementerios,
Londres: sus metros,
Florencia: nos otorgaba a las garras sangrientas de Bagdad
Chicago: nos privaba hasta la muerte,
París: no nos daba ningún lugar menos las banquetas,
¡Y en ese tiempo aún ninguno de nosotros había escuchado los nombres de Oslo, Viena y Zúrich!
Copenhague fue, para mí, la única puerta.
Aunque sabía: mi aislado hermano del alma Søren Kierkegaard,
Hace ciento treinta y tres mil años
Se murió en su ciudad de miseria y vagabundeo:
Cada tarde cuando regresaba a su casa con sí mismo y su bastón babeante
Los niñitos del barrio le apedreaban y se burlaban;
Y aunque yo sabía:
Ibn Battuta el marroquí
Hace siete siglos y siete años
Se hundió en el interior de este queso apestoso y escribió:
Dinamarca
Su clima apestoso
Su lengua apestosa
Su moraleja apestosa
Pero a pesar de esto
Copenhague fue, para mí, la única puerta.
En ese tiempo tenía diecinueve años.
Aún no había visto diecinueve ciudades,
Incluso ni diecinueve de las calles de mi ciudad.
Las grandes guerras del ’74 y ’80 azotaron la primera mitad de mi vida.
Quería salvar la otra mitad de mi vida en el exilio.
Estaba preguntándome a mí mismo con tristeza:
“¿Crees que en esta segunda mitad de la vida
podré salvar mi primera imagen?”
Cuándo te marchabas de Teherán
La seguridad del aeropuerto no dejaba que los refugiados kurdos iraquíes
¡Sacaran ni una sola tira de un billete de cinco dólares!
Y… ¿sin dólares ni dinero qué se puede hacer en el exilio?
Había algunos que lo escondieron en los calzones, la mano sobre el corazón hasta cruzar.
Había algunos que lo escondieron en los calcetines, la mano sobre el corazón hasta cruzar.
Había algunos que lo escondieron en el cuello de la camisa, la mano sobre el corazón hasta cruzar.
Incluso había algunos que lo escondieron en el ojete,
La mano sobre el corazón hasta cruzar.
Y yo: solamente
Algunos libros y algunas memorias;
Y la mano sobre el corazón hasta que crucé.
Cuando llegué a Estambul quería escribir una novela sobre el Muertestán de Teherán.
Cuando llegué a Damasco quería escribir una novela sobre el Doloristán de Estambul.
Cuando llegué a Ostbahnhof quería escribir una novela sobre el Kurdistán de Damasco.
Fue en Ostbahnhof que por primera vez me enteré
¡Que vine de un siglo tan viejo e insensato!
¡Lo pobre que soy, lo pequeño!
Fue en Ostbahnhof que me enteré:
Mi perspectiva ya se está ensanchando, mi poesía ya se está alargando.
Remordimiento de apatridia y el taconear de las memorias sobre mis hombros,
Desde esta ciudad a esa ciudad y desde este tren a ese tren
Me encontré en la isla de Mitte Grand;
Y el mundo, como el reloj tan alto del barrio judío en la ciudad de Praga
Circulaba frente a mis ojos y
A veces, en las tardes
Resonaba en la profundidad de la herida de mi exilio.
Me quedé seis meses y seis días en la isla de Mitte Grand,
La isla donde Hitler mismo se escondió por seis meses durante los tiempos de guerra,
La isla donde ya no vivía otra criatura más
menos yo y sesenta refugiados y una gallina de cola corta.
Ciudad a ciudad seguí los pasos de los piratas:
Skagen,
Aalborg,
Aarhus,
Roskilde,
Y finalmente Copenhague,
Copenhague:
Ese frío queso apestoso
¡Que parecía una groenlandesa muerta y congelada!
¡Qué raro!
Estaba pensando en Copenhague:
Estoy a diecisiete mil sitios
Y dieciocho mil horas de lejos de mi patria.
¡Qué lejos estoy,
Y mi infancia qué cerca está! ¡Qué tragedia es!
En Copenhague, como sus piratas bisabuelos,
Solía ratear y viajar.
O como los navegantes y meteorólogos viejos,
Tuve que mantener los ojos siempre en el termómetro
Para saber cuando la temperatura se elevara un poquito y pudiera ver al sol.
Europa es Europa, ¿no ven?
¿Cuál es la diferencia entre las gågade, las calles peatonales de Copenhague y Estocolmo?
¿Cuál es la diferencia entre las sonrisas mentirosas de la playa de Snekkersten y
las sonrisas frías de la costa de Helsinki?
¿Cuál es la diferencia entre los paseos por el parque cerca de Vesterport
Y los mismos paseos por los jardines de Hyde Park?
¿O viajar en un crucero hacia Varsovia
comparado con viajar en un crucero hacia Folkestone?
La cerveza Tuborg es el mismo Tuborg,
¡Y el refugiado… solo es refugiado!
Pero a pesar de todo esto, No:
Cada viaje es como conocer a una chica nueva,
Cada viaje es como estar con otra mujer, ¡al menos para tomar un té!
Di la espalda al Mar Báltico y, desobediente, en algunos trenes perdidos
Me perdí como Kokoschka en sus pinturas,
En algunos caminos vagabundos
Vagaba como el chico calvo en el camino mítico.
Con muchísimo deseo y pobreza
Me morí como Luigi Pirandello con su mujer paralizada.
Seguí algunas gitanas húngaras
Que en las fronteras ricas de Alemania y Suecia
Jugaban al circo y recogían monedas como tapones de rosca en un sombrero profundo.
En mis ojos el mundo se estaba alargando más y más como un acordeón escocés,
Y el cable de telégrafo de las llanuras vacías transportaba mis ojos,
Y yo siempre encomendaba mi alma a los lindos pájaros,
Sabía, como Natali, que jamás los volvería a ver.
Aaagh; comparado con el mío, los exilios de Haji y Nali ¡Eran pan comido!
Poco a poco
Llegué a distinguir entre el olor de un país y otro,
Llegué a distinguir entre
Las oraciones cortas de Hemingway de las largas de Proust,
Llegué a distinguir entre los colores de cada puerto,
Llegué a distinguir
Los ojos de los retratos de Modigliani de los ojos de Chagall,
Llegué a distinguir entre los estilos de cada aeropuerto,
Como las notas tristes de Vivaldi de las notas enfadadas de Wagner,
Llegué a distinguir entre los olores de las mujeres de cada ciudad,
Como los cuerpos de las mujeres de Gauguin
De los cuerpos de las mujeres de Giacometti.
Como un lobo que siente su sangre derramándose
Sentía que mi poesía
Se alargaba día tras día.
Como la salud y el confort
De las ancianas judías portuguesas de París,
Como el exilio acuoso y desesperado de Sharif Pasha en Montecarlo,
Sentía que se alargaban más y más: cada verso que escribía…
En ese momento cuando deje Hawler, aún
No había visto diecinueve ciudades,
Incluso ni diecinueve de las calles de mi ciudad;
Así que ninguno de mis poemas, jamás,
Excedió diecinueve versos.
París: 1992
Nota introductoria y traducción del kurdo por Jiyar Homer y David Shook
فەرهاد پیرباڵ Farhad Pirbal nació en
Hawler, la capital del Sur de Kurdistán, en 1961. Es un galardonado
escritor, poeta, pintor, crítico, cantante y académico. Estudió
literatura y lengua kurda en la Universidad de Slemani, fue admitido en
la Unión de Escritores Kurdos en 1984 y poco después publicó su primer
libro, una obra de teatro titulada Despedida a mi país. Se emigró a
Europa en 1986, eventualmente continuando sus estudios en el Sorbonne.
Al terminar su PhD regresó a Kurdistán y dio clases de literatura kurda
en la Universidad Salahaddin. En 1994 fundó el Centro Cultural Şerefxan
Bedlîsî en Hawler. Hasta ahora ha publicado más de 70 libros de sus
escrituras y traducciones, incluyendo una antología de su poesía, El
Refugiado número 33.333, y su primer libro de cuentos, Los Comedores de
papa.
ژیار هۆمەر Jiyar Homer (1996) es un
traductor y editor kurdo. Trabaja entre español, inglés, árabe y persa.
Sus traducciones se han editado en: Estados Unidos, Reino Unido,
Argentina, Afganistán, Armenia, Dinamarca, Suecia, México, Chile,
Colombia, Venezuela, Nicaragua, El Salvador, Kurdistán, Irak, Irán y
Turquía, en publicaciones como: World Literature Today, Buenos Aires
Poetry, Círculo de Poesía, Álastor, Literariedad, Carajo, The Brooklyn
Rail. Ha traducido a autores como: Borges, Cortázar, García Márquez,
Bolaño, Rulfo, Paz y Neruda, para su publicación en varias revistas de
Kurdistán. Sus proyectos actuales incluyen la traducción al inglés con
Alana Marie Levinson-LaBrosse de los cuentos de Farhad Pirbal, que
pronto aparecerán bajo la editorial estadounidense Deep Vellum. Junto a
David Shook trabaja en una selección de poesía de Pirbal al español,
para su publicación en la editorial mexicana Gato Negro Ediciones.
También realiza la primera traducción de Juan Carlos Onetti al kurdo y
La Ciudad de Vapor de Carlos Ruiz Zafón por پەیک (Peyk) Ediciones.
Actualmente reside en Slemani, donde es miembro del colectivo کەشکۆڵ
(Kashkul), el Centro de las artes y la cultura de la Universidad
Americana de Irak, Sulaimani (AUIS), y también contribuye como editor a
la revista literaria kurda ئیلیان (Îlyan).
دەیڤد شووک David Shook (1986) es un
poeta y traductor de California. Sus veinte traducciones al inglés
incluyen libros de Mario Bellatin, Jorge Eduardo Eielson y Conceição
Lima. Su poemario Lenguas de obsidiana, traducido al español por Pablo
Jofré, fue editada por Los Perros Románticos (Santiago, Chile) a finales
del 2019, y sus poemas más recientes se han publicado en Periódico de
Poesía (México), en la traducción de Tedi López Mills. Está por salir un
breve libro sobre la edición de libros artesanales con Barba de Abejas
(Buenos Aires). Shook ha vivido por varios años en Kurdistán, donde ha
colaborado para traducir a 18 escritores de la región al inglés y
español. Proximamente sus co-traducciones de Farhad Pirbal serán
editadas por Gato Negro Ediciones (México).
“David y Goliat”, gritó el pibe, y sacó una gomera porque honda no encontró ninguna.
Aunque desde tan alto como estaba no había visto al chico ni lo había escuchado, Simón tuvo un ataque de pánico como todos los días, por el asunto de la caída.
Podrá hoy, abril de 2016, Zappa tocar
"Watermelon in Easter Hay", grabado en vivo en el 88,
con los huesos que le queden de sus manos -a esta altura-
o cenizas que brillen o algo parecido;
podrá hacerlo, es decir
podrá tocar
de nuevo y como aquella vez.
Goya a perpetuidad
La fatalidad no es buena herencia, pero es algo.
Usted pinta el paisaje que anticipa y sospecha, y esa es su guerra
y mi medalla.
Todo
Todo ocurre de
noche; la
perspectiva y las
estrellas y las
sombras dándole forma
a todo lo que ocurre
en la noche clavada y su
campo iluminado de venganza.
Todo lo que necesito
es un poco más de tiempo,
involcable como la vida.
Tiempo, tiempo, tiempo...
Se mueve para acá...
se mueve para allá...
y no sale de la noche.
En Huella de perro en el cemento fresco. Poemas (2016-2019), Milena Caserola, Buenos Aires, 2019