LA PIERNA DE ARTHUR RIMBAUD ES TRANSPORTADA POR UNA ENFERMERA EN EL HOSPITAL DE LA CONCEPCIÓN, MARSELLA, FRANCIA, EL 27 DE MAYO DE 1891, PARA SER ARROJADA FUERA.
Como a un bebé
envuelta en sus humores
y las telas rojas
la pierna viaja
en brazos de la enfermera
por los pasillos
taconeados
por la eficiencia
con que ella
va a atravesar ahora
las puertas batientes
hacia la luz
Ah, ingrata!
Se fue de él
desgajada como si fuera
algo para acunar
en mano ajena
El propio pie se aparta
de lo que antes era
Del viaje de Roche a París
a la aventura atroz
del fuego que sube de
la planta del pie
al alma
De ahí se aparta
sin crujir pero partiendo
en dos el cuerpo
hecho para la unidad
“Como un martillazo”
dijo
que pulverizó la rodilla
como si fuera vidrio
La rodilla que gateó desnuda
en sábanas inglesas
en la desmesura de la noche
inglesa
ya no está
¿Y ahora qué
es?
¿Cuál es el territorio
de la poesía
perdido por propio pie?
“desecado” dice
los músculos y los nervios
retraídos como un rictus
resecados como seco está
el árbol o
lo que manaba del árbol
“desde el tobillo hasta
el músculo de la nalga incluído”
Ah, el deseo muerto resecado
de esa pierna ahora dura y morada
y sin embargo sangrante
todavía
¿qué moraba en esa sangre
desperdiciada por los suelos
qué
colores se fueron
de la poesía para siempre
junto a la enfermera
que la mece
enérgica
alejándose
blandiéndola como si fuera
el pago
al mundo
que ese hombre
negro
hace
para morirse
de una vez
23/07/00
De Los poetas salvajes. Ediciones en Danza. Buenos Aires. 2000.
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