NO TOCAR
Que no digan que el comentario
acicala, ni que la condecoración,
seguida de fajos, vuelve, después de lustros pálidos,
con voz luminosa, el instante encabritado,
por puro lujo o gusto claro, o por ver
si se podía, contra el desgaste, labrar
formas que recordasen, con su sabor,
la miel de las mañanas. Que no vengan,
con su honor, a envenenarnos, ni, con sus
dardos de academia, a ponernos,
después de tanto mirar el sol de frente,
llamándonos, arteramente, suyos,
del lado de lo oscuro.
.....
(Fuente: Daniel Freidemberg)
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