Orfeo al revés
Y vio su propia muerte suceder. Pero esta vez fue una costura, una limpieza. Torpemente volvieron a pegarle las extremidades, le escurrieron la sangre, y después se apagaron a lo lejos como puntos suspensivos. Los peñascos partidos rebotaron y rodaron hacia atrás. Espumado de sol, el sol del mar se puso en dirección equivocada. Muy pronto la alegría de Volver a la Vida le volvió a dibujar su sonrisa de extraños labios finos pero se deformó en un ceño arrugado y sonó entonces la Canción Más Triste de Todas. Empezó así. Estaba una vez más donde había partido.
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg Dib
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