
ESPERANDO ÓRDENES
y la nieve llega hasta las primeras ramas de los árboles,
los hombres beben vino para honrar a su verdadero dios.
Las mujeres, incrédulas pero alerta,
ingresan en la guardia nocturna y van a la guerra
sin descuidar el esmalte de sus uñas.
Después vienen la oferta y la demanda,
el grito de los mercachifles promocionando las bondades
del juguete del día: un bombero que hace pis.
“Así apaga los incendios, padrino”
me dice un niño que no es mi ahijado,
pero igual me saca unas monedas y corre dando saltos.
El cometa rojo sigue en el mismo punto del mismo cielo,
buena parte de la nieve se ha convertido en gordos muñecos
que los automovilistas pasean por toda la ciudad
hasta convertirlos otra vez en agua.
Ella repasa su peinado, el encendido rouge de esta temporada,
carga su rifle y, con el oído pegado a la radio, espera órdenes.
Quienes logren sobrevivir, llegarán a la hora de los postres.
(Fuente: Daniel Rafalovich)
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