tres poemas
Escena cotidiana
Un suave día de invierno.
Entre ecos a lo lejos
y el sonido de la llovizna,
una habitación, su ventana rota es transparente,
nada separa las nubes allí arriba
de los bordes de la estera.
La mano del niño, con sus cinco hoyuelos,
se posa ligera
sobre el pecho revestido de pelusa
pidiendo su ración, hambriento y con sueño.
En los ojos de la madre hay un orgullo que lo celebra
y restos de cansancio.
Al otro lado de la ventana
continúa la escena cotidiana:
unos jóvenes cargan sus hondas,
voces, gritos, banderas.
Unos soldados abren fuego
con entusiasmo temerario
y otro chico cae muerto
sobre el asfalto de la acera.
~
“No estaría mal”
No estaría mal morir en nuestra cama
sobre una almohada limpia
rodeado de amigos.
No estaría mal morir un día
las manos enlazadas sobre el pecho
desnudas de todo
salvo de su palidez,
sin rasguños
ni cadenas
ni banderas
ni lista de desagravios.
No estaría mal tener una muerte limpia
sin agujeros en la camisa
sin marcas
en las costillas.
No estaría mal morir sobre la almohada blanca
no con el asfalto bajo la mejilla,
las manos en las manos de quien amamos,
arropados por la congoja del médico y las enfermeras,
sin otro bien que
decir adiós con elegancia,
indiferente a los días,
dejando este mundo tal como es
con la esperanza de que otros vengan a cambiarlo.
~
Excepción
Todos llegan…
el tren y el río
el barco y el sonido
la luz y las cartas
el telegrama de pésame
la invitación a cenar
la valija diplomática
la nave espacial.
Todos llegan
excepto mis pasos a la patria...
Versiones de Iñaqui Gutiérrez de Terán
(Fuente: La comparecencia infinita)

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