sábado, 26 de abril de 2025

Karol Wojtyła (Wadowice, 1920-Ciudad del Vaticano, 2005)

 

dos poemas













 

 

El obrero de la fábrica de autos



Los nuevos modelos salen de mis manos.
Zumban ya en las calles lejanas.
Yo no controlo su acelerador en la autopista
lisa: es cosa de la policía.
Han robado mi voz; ahora hablan los motores.
Mi alma está abierta. Quiero saber
contra quién combato, para qué vivo.
Pensamientos más fuertes que palabras.
No tienen respuesta.

Esto no lo preguntes en voz alta.
Sólo tienes que llegar al trabajo
como siempre a las seis de la mañana.
¿Qué te hace pensar que en la balanza
del mundo es el hombre quien vence?

~

El obrero de la fábrica de armas



Yo no influyo en el destino del mundo,
ni soy yo quien declara la guerra,
no sé si estoy contigo o contra ti,
no peco.
Y es justamente ese mi tormento:
que no influyo ni peco.
Sólo fabrico minúsculos tornillos
y preparo fragmentos de hecatombe
sin comprender el todo,
ignorante del destino del hombre…
Podría participar en otro empeño.
¿Sin pequeños fragmentos de hecatombe?
Otro destino en el cual yo mismo,
como todo hombre
sería causa única y sagrada que nadie
destruiría con hechos o palabras.
No es un buen mundo el que yo creo,
pero no soy yo quien lo vuelve perverso.
¿Eso basta?

***

Versiones de Jozéf Łobodowski
En-red-ados
 
(Fuente: La comparecencia infinita)

 

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