CAMA CON ESPEJOS
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Ese mandarín hizo de todo en esta cama
con espejos, con dos espejos:
de creerse inmortal, y tendido aquí miró
su rostro por los pies,
y el espejo de abajo le devolvió el rostro
de lo visible;
así desarrolló una tesis entre dos luces:
el de arriba
contra el de abajo, y acostado casi en el aire
llegó a la construcción de su gran vuelo
de madera.
La estridencia de los días y el polvo seco
del funcionario
no pudieron nada contra el encanto portentoso:
ideogramas carnales, mariposas de alambre distinto, fueron muchas y muchas
las hijas del cielo consumidas entre las llamas
de aquestos dos espejos lascivos
y sonámbulos
dispuestos en lo íntimo de dos metros, cerrados el uno contra el otro:
el uno para que el otro le diga al otro
que el Uno es el Principio.
Ni el yinn ni el yang, ni la alternancia
del esperma y de la respiración
lo sacaron de esta liturgia, las escenas
eran veloces
en la inmovilidad del paroxismo: negro el navío navegaba
lúcidamente en sus aceites y el velamen
de sus barnices,
y una corriente de aire de ángeles iba de lo Alto a lo Hondo
sin reparar en que lo Hondo era lo Alto
para el seso
del mandarín. Ni el yinn ni el yang, y esto
se pierde en el Origen.
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Pekín, 1971
.
De: «𝘖𝘴𝘤𝘶𝘳𝘰» (1977)
Gonzalo Mario Rojas Pizarro fue un poeta chileno
(Fuente: Grover González Gallardo Poesía)
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