
Así que ése era el jardín de mandrágoras
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Así que ése era el jardín de mandrágoras. Estaba allí
y no me había dado cuenta.
Corrí, loca de terror, al interior de las habitaciones,
de donde por cierto, nunca
me había movido.
Así que ése era el jardín de los ahorcados.
Por cada ahorcado, una mata. Pero, hurgué
en mi memoria y no había señas.
Busqué papel y pluma, mas los parientes demoraban
tres años en contestar.
Di un grito y fue inútil. Corrí hasta el fichero,
el armario, y sólo había cajas de dulce y quesos
de color rosa, o celestes, cada uno
con un ratón en el interior.
¿Los periódicos? Nunca trajeron nada verdadero.
Entonces, llamé a las empleadas: —Aline. Todas se
llamaban Aline y tenían un par
de alas minúsculas cerca del hombro.
Les dije: —Díganme, ¿es verdad
que los ahorcaron?
Ellas se cubrieron el rostro,
volaban, se deslizaban,
sigilosamente, a ras del suelo.
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María Rosa di Giorgio Médici fue una poeta uruguaya 
(Fuente: Grover González Gallardo Poesía)
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