Palacio Zwinger, Dresde, 1978,
o paralización del barroco
Allá los grandes diamantes,
las más bellas de las piedras,
auroras boreales
en las empuñaduras
de las sajonas espadas.
Un brillo, flash de enceguecedora
cristiandad en círculos de poder,
de pavor, de guerra.
Boato producido por la oscura naturaleza
cuando aún no se despliega en montes, en ríos.
Palacio de los príncipes, piedras y piedras sobre nada.
La mirada del halcón disparada
desde las almenas,
la selva poblada de endriagos y amenazas,
el sueño precedido por la bacanal,
hasta que estalla la Segunda Guerra Mundial*
y cae todo menos los diamantes,
el halo de la clase desclasada,
el -al menos- honesto decir,
la callosidad del combate en la palma.
*>Alude a los bombardeos de las aviaciones británica y estadounidense sobre Dresde en febrero de 1945
En El hombre del codo en la ventana/Barnacle, 2024-25

(Fuente: Isaías Garde)
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