
Romanos 12:1
Empiezo por el cuerpo en el año del Señor, poroso y húmedo, estragado de amor y dispuesto: en mi año vigésimo tercero cierta obsesión se apoderó de mi cuerpo, o debería decir: dejé que un hombre me tocara hasta sangrar, hasta que mi sangre conoció su apetito y se transformó, recibió un nombre nuevo como es costumbre entre mi gente que es mucha y es íntegra, sagrada y aceptable. Íntegramente heridos por mí, se niegan a llamarme hermano. Me oyen llegar y se cruzan de piernas. Como los hombres se acostumbran a odiar a las mujeres, y como a las mujeres les enseñan a odiarse a sí mismas, odian a una mujer que huelen en mí, cada músculo de su cuerpo contraído en espasmos debajo de hombres pesados como el cielo: mi cuerpo, querido sacrificio mortal, deseoso como he de ser y negro como soy.
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg Dib
No hay comentarios:
Publicar un comentario