
LOS COLUMPIOS ABANDONADOS
Mirad cómo se mueve. Sí, el columpio se mueve levemente,
aunque no lo parezca. Os lo aseguro yo, la brisa de los parques, la
que sopla despacio para no molestar a los duendes dormidos.
Así, con mi voz susurrante, os contaré un secreto que tan solo
conocen las flores y los árboles: dentro de los columpios abandonados
habitan los espíritus de los niños cuyos pequeños cuerpos tuvieron que
marcharse, para siempre, al país feo y gris de los adultos.
A veces no soy yo la que está junto a ellos, sino mi hermano grande, el
viento, que se empeña en venir a consolarlos y los sopla con fuerza. Sin
embargo, los columpios abandonados son muy suyos, aborrecen la
compasión y, si el viento los mueve, chirrían para quejarse.
No lo aceptan.
Para moverse quieren, solamente, los cuerpos de los niños que jamás
volverán.
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