Hijo de los romanos
El tano cavador se sienta al lado de las vías del tren a comerse su almuerzo que consiste en pan con salame. Pasa el tren a toda velocidad, y hombres y mujeres en sus mesas vivas con rosas rojas y narcisos amarillos comen bifes bañados en salsa marrón, frutillas con crema, palos de Jacob y café. El tano cavador se termina su pan reseco con salame, lo baja con un trago comprado al aguatero, y encara la segunda parte de su jornada de trabajo de diez horas manteniendo el balasto de las vías para que las rosas y los narcisos casi ni se muevan en los floreros de cristal tallado que se yerguen esbeltos en las mesas de los coches comedor.
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg Dib
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