domingo, 6 de abril de 2025

Carlos Wilheleme (México)

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"El poema de Jaime Sabines narrando ese príncipe cáncer, el gran señor de los pulmones
El príncipe cáncer del mayor Sabines, lo hizo suyo a través de cuatro poemas que salieron de golpe, al escribir el segundo se encontraba en la salida del cáncer, se dio cuenta que no daba para un libro, será un poema largo.
En este momento escribo con mayor claridad, pensé que había acabado la poesía del cáncer cuando salieron otros, revelan renovación, ya no sales de la misma forma en la que entraste."
 
"La adversidad también es poesía."
Carlos Wilheleme
 
 

 

CUATRO POEMAS 

 

LA CAÍDA

 

Bajo la sombra de un ala rota,
despojada de yerba nubosa,
de la humedad del recorrido,
de los finos hilos quebrados
que llenaron de noche la tierra,
cruza el viento entre las plumas.
 
Me gusta pensar que no hubo daños
en el rojo que ha teñido su descenso,
en la más delicada de las piedras,
en el diálogo emplumado
y el suelo enardecido;
que la fronda exuberante sigue amando
las formas lastimadas de la selva.
 
 
 

CUERPO, TE ESPERO, CUERPO

 

Así tenga que hacer de mi cuerpo una hoguera,
así tenga que convertirme en estrella,
así tenga que contemplar la penumbra,
y quedar inoculado en un incendio,
así tenga que dialogar con la partícula más pequeña,
y tenga que emprender un paseo
sobre un carruaje de veneno:
cuerpo, te espero, cuerpo. 
 
Podré ser puente y mensajero de tu nombre,
baldosa en la oscuridad que me habita,
mano muda de la otredad que me auxilia,
mano seca,
mano rota que respira por mí,
que me hereda el silencio y el miedo,
que me deja, por momentos, sin cabello,
contemplando en el espejo la derrota:
cuerpo, te espero, cuerpo. 
 
Así tenga que crecer como la noche
con el tiempo de la mano que me sobra,
así tenga que montar sobre febrero,
convertido en un cristal de madrugada, 
 
quebradizo como el rocío
al punto vespertino de las seis
con la corte de cáncer despertando, 
 
murmurando entre timbres mezquinos,
caídos de la estrella más lejana:
cuerpo, te espero cuerpo. 
 
Y así tenga yo que enmudecer,
apagar la voz de las constelaciones,
canto de Luzbel que me ensordece,
y tenga que regar una flor de odio
sobre la triste pradera de un hostal,
para prosperar en sus retoños,
apareciendo a deshoras enterrado,
interrumpido con la gloria herida,
arrastrando los pies entre obsidianas:
cuerpo, 
 
te espero, cuerpo.
 
 
En memoria de Marta Cwielong, poeta.
El príncipe cáncer nos atacó en su etapa IV.
Ella murió.
Yo me salvé.
 
 
 

LA CULPA DEL SOBREVIVIENTE

 

Me nace un alba en el brazo, 
en la frente
y en esa mano de ojos índigo
que respira por mí.
Trepo desde el abismo polar de mi tumba,
la abro en temporada de lluvia,
para que la vida me sepa a algo
y no sea un caminar hacia mi muerte.
 
Floto,
levito lento,
elevo mi cuerpo de amanecer
con el amor hinchado
de aire caliente,
con la patria de una nube
y el precio de la victoria en la cabeza.
 
 
 

ESE LUGAR EXISTE

 

Soy nuevo,
soy puro,
de la nada me creo,
me configuro,
salgo de mi cuerpo para hablarle.
Recibo la benevolencia de la prosperidad.
Yo soy la prosperidad,
el ala sagrada del aire.
Toco la puerta del cielo,
entro,
abro mi piel con el crujido
de una tormenta.
Me desdoblo.
Recibo la luz de una gota
cruzada por el horizonte.
Ya no soy yo,
ya no soy el hijo del ayer,
el de anteayer,
el de la mañana,
el de hace horas,
minutos.
No soy el instante que fui,
el instante mismo de mis palabras.
Soy la palabra renovada.
el pensamiento sostenido,
la mirada perdida,
la chispa que estalla en una idea,
el fuego, la luminiscencia,
la estrella que brota,
el humo, la fragancia de hierro:
soy yo levitando en mí mismo,
desprendido,
volcado en los brazos del universo,
llano, terso, transparente,
nítido en cada rincón de mi oscuridad.
Soy el ojo de mis sentidos,
los metros y las leguas,
el tiro de mi mente,
lo que alcanza a ver mi cuerpo desanudado
atendido, resuelto,
listo.
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Fuente: Diario Noticias Web.Org
 
 
(Fuente: Oscar Vicente Conde)

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