lunes, 7 de abril de 2025

Héctor Berenguer (Rosario, 1948)

 

Para los poetas

 

Decía René Char:
"Para mí un poema, es una cima de mí mismo .
No tiene necesidad de ser apreciado, admirado o saboreado.
Lo que hace falta es que al leerlo, descienda dentro de ti.”
 
Muy pocos filósofos llegaron a entender que el problema del hombre está amenazando su esencia. Y entender esa esencia puede cambiar su destino. Esto solo es posible mediante un lenguaje poético, lenguaje del ser, como lo nombra Heidegger, un lenguaje que pone limites al poder de la razón y de la ciencia, o de la llamada evolución.
 
La razón, en la actualidad, está lejos de ser un triunfo, más bien es la causa de un conjunto de problemas colectivos. Un lenguaje poético es igual que el pensamiento. No me refiero al pensamiento para el conocimiento utilitario sino, al pensar lúdico que como pensar sea capaz de sentir el poema original y el dictado de la verdad del ser y del universo.
El universo humanizado no es la extensión del pensamiento de la física .
 
La relación entre el pensamiento y lo poético empezó con Nietzche, fue retomada por Valery, hasta llegar más hondo con Heidegger. Ellos se alejaron de las teorías de los géneros literarios, que solo apostaban por la técnica y la apariencia. Para esos filósofos, la poesía es Imposible de clasificar, por eso buscaron otra categoría nueva. La única posibilidad para acceder al ser, insisto, es a través del lenguaje poético. Eso lo vemos desde la modernidad, cuando la metafísica sale de la filosofía y es retomada por los poetas y por el lenguaje poético. 
 
Desde el momento en que el poeta puede inventar palabras, el lenguaje se experimenta de una manera transcendental, es decir, la poesía se convierte en un lenguaje de transcendencia y deja de ser una exprencia sentimental, personal o social. 
 
Esta forma de experimentar la poesía empuja a algunos poetas hacia la locura, como en el caso de Holderlin, o al suicidio como en el caso Paul Celan. Esto quiere decir que terminan en crisis porque su cuerpo somatiza lo que estaban sintiendo como poetas, en una revelación y una experiencia verdaderamente extrema. 
 
El poeta poseído de esta manera, fuera de la razón, buscando la revelación de un fuego que lo consume, podemos observlo también en la vertiente mística de San Juan de la Cruz o Santa Teresa, revelación divina que los lleva a reencontrarse con la tierra perdida donde moraban los dioses. Vemos, entonces, que a través del poeta, como plantea Heidegger, los dioses vuelven a la tierra, pero sólo el poeta recibe el mensaje como si fuese un sacerdote.
Podemos decir que es
a través del poeta que recuperamos el lenguaje originario. 
 
Para todos los poetas: grandes o pequeños. sencillos o complejos, conocidos o desconocidos, terrenales o místicos.
Y, especialmente, para estos poetas que en su subterráneo encuentran su calma y la vuelcan en la salvación del mundo, para aquellos que no tienen su historia escrita, para aquellos que nos enseñaron a "saltar" más allá de nosotros, para aquellos poetas que acabaron en la miseria, poetas que recurren a la aventura del hombre en la acción, que levantan mitos, se quiebran, buscan la justicia y pasión, para aquellos que apuestan por la sencillez, para aquellos que no son comprendidos, ni nadie puede rescatarlos, para aquellos que en sus noches oscuras y sus conciencias pasan de la expansión a la contracción, de la cercanía de Dios a un eclipse de lo divino.
Desde mi corazón mando flores para todos ellos.
 
 
 
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