domingo, 16 de febrero de 2025

Oscar Vicente Conde (Buenos Aires, 1947)

 

…..
la arcada más bella es un chorro de sangre
la arcada más bella es una ojera lila
la arcada más bella se llama noche
y la belleza anarquista de tus brazos en cruz
y la belleza eucarística y llameante de tu sexo en cuyo nombre
saludaba la barrera de mis labios violentos
                                                                   ….Aimé Césaire
(Martínica 1913 – Francia 2008)
de LAS ARMAS MILAGROSAS
 
 

MILAGRO


Ese grito ampuloso
que hizo estremecer al sol
y los hombres que estiran sus lenguas para no morir de sed
a la vista de las mujeres blancas
cuando morir sólo sea el motivo de las flores
en los jardines voladores
cuando morir no sea el motivo de la sed
y el mar se lleve los vestigios de las pieles
la paciencia de los llantos
los ultrajes bienvenidos en las mañanas
 
la sangre quizás sea amarilla a pesar de lo que suponen
suponen que los árboles caminan cuando nos los vemos
en las noches despobladas de alientos
en las noches cubiertas de espumas cerca de las sombras
los labios saludan mudos en la intemperie violenta
 
el enojo de Dios apacienta a las fieras
no a los hombres
si a los insectos y a las aves
no a los hombres que imaginan
el libre albedrío como un arma invencible 
 
la crueldad de la lunas en la cercanía de los agujeros negros
hay muchas lunas por conquistar con escasas armas
las armas son antiguas
como los videntes que revelaron
la fragilidad de los imperios
la venganza de los dioses en las guerras
la sangre caminando bajo la cruz ya sin hombres
la pira se extinguió junto con el olor de las carnes ennegrecidas
 
hasta las ciudades negras llegó el canto de las aves
las ciudades sin caballos para recoger niños expulsados
se mueren las ciudades sin niños
se rompen los silos y los granos vuelan como espantos
 
pozos tragando las luces
de las carnes encendidas
 
cada catástrofe emigra a un puerto distinto y sin barcos piratas
y los abismos que se reproducen como historias negras 
 
sólo cuando logremos saber que nos dicen nuestros pies
llegaremos hasta el manantial donde se refugian
 
los desamparados 
 
 
 
Oscar Vicente Conde

 

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