agarro el último poema, lo rompo.
del penúltimo extraigo los versos finales.
del anterior los impares.
de los que voy a escribir utilizo tan solo el silencio.
la oscuridad en que se disipan.
la ciénaga que devora su dulzura.
luego,
los dejo al sol secar.
en distancia, en indiferencia, en tiempo.
mi corazón bate esa agua negra
y en el hervor
del instinto aguardo su inesperada e incorregible forma.
luego, me recuesto a su lado
para que intente
respirar
esa serpiente
en mi pecho.
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(Fuente: Grata palabra)
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