UN RETRATO PARA ANTONIO ORIHUELA
Ay, Antonio, eres el poeta prototipo, el que se levanta poeta y poeta se acuesta, el que congrega a las muchedumbres, el poeta que vigila al poeta que se viste de poeta, oceánico y continental, el que dice el oráculo, y, sin embargo, en el fondo, en la molicie, en la velocidad exigua, en la pereza, algo hay en ti de niño que busca que lo abracen, de alma azotada, de ojiplático adán de los sentidos, de ciervo herido que busca redención en el poema. Eterno dibujante de simas y de cimas te muestras en mesetas homeostáticas de la cantidad y la rutina, aterrado espectador del riesgo de la vida, en un ensayo-error contra el olvido hacia el que vamos.
Construiste imaginarios, referencias, redes, teorías, has dado a luz espacios, plataformas, pero, sobre todo, una obra monumental puesta en la calle, una inmensa ofrenda de palabras en el tiempo, porque, aunque no haya un solo poeta que no modifique el mundo, no se puede decir de ti que no intentaste ir aún más allá y siempre hay un verso tuyo para cada ocasión, una referencia que recordar en la intemperie, un báculo desde donde resistir los embates.
Nos diste Himalayas de amistad y un Moguer de versos, playas de conciencia, avenidas de serenidad y callejuelas de dudas. No siempre coincidimos en cuál era el dilema y menos en cómo resolverlo, pero tu perseverancia desarma mi impostura y mi gratitud no vale nada ante tu sueño.
Carlos Enamorado. Retratos, paisajes y bodegones. Ed. Letras Cascabeleras, 2024.
(Fuente: Voces del extremo)
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