3 poemas de «El florero amenaza con hablar» (2024)
Miguel Ángel Zapata (Piura, 1955) es un poeta y ensayista peruano. Ejerce de catedrático de literatura latinoamericana en Hofstra University, Nueva York. Ha publicado recientemente: El florero amenaza con hablar (Máquina Purísima, 2024), Usted no sabe cuánto pesa un corazón solitario. Ensayos sobre poesía (Lima: Universidad Ricardo Palma, 2023), La iguana de Casandra. Poesía selecta (Fondo de Cultura Económica, 2021), Cancha de arcilla. Poemas en prosa (Fundación Miguel Hernández 2020- Summa 2021), Un árbol cruza la ciudad (Máquina Purísima, 2019), Ya a venir el día. César Vallejo. Poesía selecta (Málaga: Poéticas Ediciones, 2021), entre otros. Es Premio Latino de Literatura 2011 y Premio Nacional Enrique Anderson Imbert 2023, otorgado por la Academia Norteamericana de la Lengua Española). Es director fundador de Códice- Revista de Poesía (Lima-Nueva York). Los siguientes poemas pertenecen a El florero amenaza con hablar (2024)
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a no ser que traigan una gota
de ajenjo puro o una manija
para abrir el poema de corazón
oscuro.
Que venga solo Françoise Villon
con más vino y pan caliente.
Que se acerque con su pálido corazón
y su capa de seda rodeado de un ángel
con diadema de estrellas.
Ahora errado de tantas sílabas
recurro a la botella vacía del poema.
Que nadie la escurra gota a gota
cuando el amor crece ante la horda
purificadora del cielo.
El patio
Un cuervo aleja al ave de mal agüero,
en su lugar coloca sus alas joviales
y escribe en el aire
su dilema sobre la concordancia.
Un cuervo con un ala rota no es
signo de debilidad ni miedo.
Es señal de desamparo, pero no de
derrota.
No podría, además, escribir sin el cuervo
que ha vuelto otra vez a acompañarme
cuando escribo afiebrado sin remedio.
Su poema es turbio como una tormenta
de sílabas en un campo de plumas.
Voy contra la neblina, tranquilo,
mi calle sosegada me conforta.
Mi poema es un patio con sus macetas
de tres colores, y la parrilla que humea
su sabor a carne asada.
Aquí todo sucede. Mi madre se pasea entre
los árboles y mi hija riega las plantas.
Los cuervos escriben conmigo una oda al
joven Mozart. Así pasan los días
cuando cartas no escribo ni saludo
a nadie en el vecindario.
Mi hija es un árbol de flores
Para Analí, in memoriam
Digo cielo y escribo cielo en el cielo.
Es otoño dicen los árboles.
Mi hija es ya un cielo.
Una lágrima en el bosque, el corazón
sonando como un volcán.
Cae la lluvia y la luz forzada escribe
su pesar. Es otoño y siento un árbol
en el corazón. Mi hija ha muerto y es un
árbol de flores, un leve pensamiento del espíritu.
Los árboles repiten en coro que es otoño.
Mi hija ya no dibuja rostros en la sombra, y no
sonríe con los geranios marchitados.
El imperio de las cenizas jamás hundirá su gloria.
Extraído de El florero amenaza con hablar (2024)
(Fuente: Buenos Aires Poetry)
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