La Divina Comedia / Infierno, Canto cuarto
un grave trueno, tal que me repuso
como persona a la fuerza despertada,
y el ojo recobrado moví en torno,
derechamente levantado, y observaba
para saber en qué lugar había caído.
Verdad es que en el borde me encontraba
del valle del abismo doloroso
que el sonido acoge de infinitas quejas.
Oscuro y profundo era, y nebuloso,
tanto que, pese a fijar la vista a fondo,
yo no discernía objeto alguno.
"Descendamos ahora al ciego mundo",
comenzó el poeta, mortalmente pálido,
"yo iré primero, tú lo harás segundo".
Y yo, que su color había notado,
dije: "¿Cómo querría, si tú temes,
y eres el que a mis dudas das consuelo?"
Y él a mí: "La angustia de las gentes
de allá abajo mi rostro cubre
de piedad, que tú como temor sientes.
"¡Vamos, que larga vía nos requiere!"
Así movióse, y así hizo que entrara
en el primer círculo que al abismo ciñe.
Alighieri, Inf IV, Commedia
Versión Jorge Aulicino
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Imagen: El infierno según Alessandro (Sandro) Botticelli, fines del siglo XV
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