Carne
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florece porque florece
.
Un hombre con media res al hombro
cruza una calle bajo la lluvia.
El hombre, vestido de blanco,
doblado bajo la carne, trabaja;
concentra la fuerza de sus músculos vivos
en soportar el peso de la carne muerta.
Desde donde estoy, el hombre parece
uno de los ángeles que asoló Sodoma,
y la res que carga otro hombre
cuya carne será pasto del fuego.
Hombre y ángel, res y hombre
pueden confundirse, mirados desde aquí,
y uno puede pensar que ciertas escenas
son signos de un alfabeto oscuro.
Hombre y ángel, res y hombre
pueden confundirse.
La lluvia y la carne pueden confundirse,
también, en sus últimos gestos:
la lluvia
cae porque cae.
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De: «𝘓𝘰𝘴 𝘭𝘶𝘨𝘢𝘳𝘦𝘴 𝘥𝘰𝘯𝘥𝘦 𝘥𝘰𝘳𝘮𝘪𝘮𝘰𝘴» (2022)
.
(Fuente: Grover González Gallardo Poesía)
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