Tres poemas
Instituto de investigaciones
Oh, profetas de espaldas al mar,
de espaldas al presente, oh, hechiceros
que observáis plácidamente el futuro,
oh, chamanes eternamente
recostados en la borda,
¡basta hojear un libro de bolsillo
para descubrir vuestros misterios!
Leyendo huesos, estrellas, ruinas, entrañas,
para beneficio público, todo lo que ha sido
y todo lo que será, ¡oh, ciencia!,
bendita seas tú y los rayos de luz que nos ofreces,
mitad alarde y mitad estadísticas: tasas
de mortalidad, límites de suministro de fondos,
la creciente entropía...
¡Adelante! Todas esas iluminaciones
del color del azufre son mejores que nada,
nos mantienen felices en las noches sofocantes
del verano: impresos sacados de la computadora,
muestreos, excavaciones, confidencias
basadas en el método de Delfos... ¡bravo!
¡Bendito sea lo provisional!
Por el momento queda bastante agua fresca,
la piel respira aún expectante,
se crispa tu piel, mi piel, incluso la vuestra,
nigromantes leñosos, respirad aún,
pese a la cuestión de la cátedra titular,
a las notas y las pirámides de empleo,
por ahora el final (una interminable catástrofe natural,
finamente repartida) no es aún definitiva,
¡vaya consuelo!
De ahí, mis queridos cómplices, que,
en tanto se pronostican icebergs frente a Terranova
y tormentas de verano en los cielos sulfúreos
de Europa Central, es mejor que abandonéis
vuestros institutos durante el fin de semana. Corred
a salvar la vida, o un pedazo de ella, algo interino,
sea cual fuere su significado, hasta el lunes;
incluso en el caso de que esta forma de actuar
no resulte conveniente
como base de vuestras predicciones.
Oh, amigos siempre sedientos de sabiduría,
qué lástima me dais, descansando en vuestras dachas,
en vuestras cabañas irlandesas, o en la isla de Korcula,
de espaldas al mar,
apagando plácidamente vuestros cerebros.
¡Adelante, y que vuestra antorcha nunca se apague
durante el juego de ping-pong! Os bendigo.
Modelo para una teoría del conocimiento
Aquí tienes una caja,
una caja grande
con una etiqueta que dice
caja.
Ábrela,
y dentro encontrarás una caja,
con una etiqueta que dice
caja dentro de una caja cuya etiqueta dice
caja.
Mira adentro
(de esta caja,
no de la otra)
y encontrarás una caja
con una etiqueta que dice...
y así sucesivamente,
y si sigues así,
encontrarás
tras esfuerzos infinitos
una caja infinitesimal
con una etiqueta
tan diminuta,
que lo que dice
se disuelve ante tus ojos.
Es una caja
que sólo existe
en tu imaginación.
Una caja perfectamente vacía.
Los elíxires de la ciencia, Anagrama, Barcelona, 2002
Traducción
de varios autores. De estos poemas, Heberto Padilla, con la
colaboración de Hans Magnus Enzensberger y Michael Faber-Kaiser
Defensa de los lobos contra los corderos
¿queréis que los buitres devoren nomeolvides?
¿del chacal qué cosa pretendéis,
que se despoje de su piel, y del lobo:
debe arrancarse por sí mismo los colmillos?
¿qué os disgusta tanto
de comisarios y pontífices?
¿qué miráis boquiabiertos
en la mentirosa pantalla del televisor?
¿quién le cose al general
la franja de sangre en los pantalones?
¿quién le parte el pollo al usurero?
¿quién se cuelga orgulloso del ombligo gruñón esas cruces de lata? ¿quién
coge la propina, la moneda de plata,
el óbolo del silencio?
muchos son los robados, y pocos los ladrones.
pero ¿quién los aplaude? ¿quién
los condecora y distingue? ¿quién
está hambriento de mentiras?
contemplaos al espejo: cobardes
que os asusta la verdad fatigosa
y os repugna aprender
y encomendáis a los lobos la función de pensar.
un anillo en la nariz es vuestra joya predilecta.
para vosotros ningún engaño es lo bastante estúpido,
ningún consuelo demasiado barato,
ningún chantaje demasiado blando.
comparados a vosotros, corderos
que mutuamente enceguecéis
son fraternales las cornejas.
entre los lobos reina la hermandad:
siempre van en manadas.
alabados sean los ladrones:
vosotros invitándolos a la violación,
os echáis en las camas podridas
de la obediencia, y mentís
incluso gimoteando,
lo que deseáis es que os devoren. Vosotros
no cambiaréis el mundo.
1955
En Poesías para los que no leen poesías, Barral Editores, Barcelona, 1971
Traducción de Heberto Padilla
Más poemas de Hans Magnus Enzensberger en Otra Iglesia Es Imposible, La Maja Desnuda, A Media Voz, Trianarts, Rialta, Poesía
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Foto: Hans Magnus Enzensberger, en el festival de literatura de Waischenfeld, Alemania, 2017 Nicolás Armer /dpa/ Getty Images
(Fuente: Otra Iglesia Es Imposible)
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