domingo, 16 de abril de 2023

Sebastián Jaka (Buenos Aires)

 

CAE LA NOCHE

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Cae la noche
y caen los hombres
y cae sobre el yuyo la mortaja de la madrugada
y el mundo se recoge como un ovillo sobre su ombligo
o como un niño que juega en la playa
o como una madre que acuna estos cuerpos
que el tiempo trajina y mutila.
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¿Y qué hemos hecho de nosotros?
¿Y dónde quedó aquella luz que trina?
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¡Oh Dragón, Colmillo Negro de la noche
reza por estos cuerpos que el tiempo trajina y mutila!
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Y caen también los lucidos cristales conque ciframos el día
y nuestras voces, ya obesas, como frutos pringados
y los dioses que amamos tan fervorosamente
caen en su madriguera como frágiles alimañas que bebe la noche
y todo cae sobre el ojo limpio del olvido
y arriba la luna es una moneda que todavía no alcanza a pagar la jornada.
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¿Y en qué se han convertido nuestras manos?
¿Y qué es esto que apretamos tan fervorosamente entre los dientes?
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¡Oh Luz, Alita de Mosca de la mañana
reza por estos cuerpos que el tiempo trajina y mutila!
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Y así cae el mundo
se traga y se lame, se reinventa de su propia hiel
y al despertar nos parece un niño recién nacido
que amamantamos con trémulas manos de leche
y no cabe en nosotros tanto alborozado desconcierto
tanta novedad acostumbrada de ver que todavía siguen allí
los imperiosos atlantes del día.
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¿Y qué si esta lluvia impía nos cala hasta los huesos?
¿Y quién levanta un tapial sobre este llano que es todo intemperie y olvido?
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¡Oh, virgen de los caídos, gallo que abres un tajo triunfal en medio del día,
reza por estos cuerpos que el tiempo trajina y mutila!
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Y al fin todo leva en un fervoroso amasijo de horas que se yerguen
de manos y brazos que se levantan trabajosamente sobre el yugo
y abrimos los ojos a la prístina luz, el incandescente candelabro de vida
y nos preguntamos cómo hemos llegado hasta aquí
qué milagro, qué dios, qué prodigio nos depositó en la orilla del alba
justo al borde de la caída.

 

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