¡OH, MI RIMBAUD!
He aquí que Rimbaud y yo nos hacemos a la mar
en un gran elefante blanco,
nos perdemos en la bruma inconsolable de unos ojos
en el amor.
Él me toma de la mano y la rechaza con un grito.
Luego,
abandona a las aguas
y atraviesa otros mares y otros ojos
y se queda sin mí,
me regala la cabellera roja de sus sueños,
el pálido color de sus mejillas,
un espejo.
Cuando aminore la tormenta y su caballo
descubra el camino,
volverá dueño y señor del vellocino de oro,
jovial y para entonces harto ya de mí.
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en "Nueva poesía cubana", prólogo y selección de José Agustín Goytisolo, Península, Barcelona, 1970.
(Fuente: Jonio González)
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