FUERZA DEL DÍA
Volar sobre los cerros, escarbar, comer tierra.
Ser la atmósfera que estaba cuando aún
los muertos no habíamos pensado en llegar
Abordar la mirada del cielo con la plenitud
de que estamos cayendo en el tesoro, silenciosos,
sin que la fuente de la sangre perturbe,
invulnerables por la fuerza del día.
Quedarnos fijos,
ingrávidos entre lo que nos llama
y todavía no hemos ganado
o entre lo que hemos perdido
y nos llamará hasta que seamos sin luz,
airosos totales.
Soltar los ojos,
que vayan por allí a saludarnos a buscar la alegría,
lo que dejamos de hacer mientras esperamos el resplandor.
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en "Fuerza del día", Ateneo de Caracas, Caracas, 1985.
(Fuente: Jonio González)
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