sábado, 24 de diciembre de 2022

Mark Strand (Canadá, 1934 - EEUU, 2014)

 


Una carta desde Tegucigalpa

 

Querida Henrietta, ya que tuviste la deferencia de
preguntarme por qué dejé de escribir, voy a tratar de
responderte lo mejor que pueda. En los viejos tiempos,
mis pensamientos eran como pequeñas chispas que
brotaban de la penumbra de mi conciencia; yo los
transcribía y, página tras página, brillaban con una luz
que yo llamaba mía. Sentado ante mi escritorio me
asombraba ante lo que estaba sucediendo. Hasta
cuando veía que las luces se esfumaban y mis
pensamientos se convertían en tenues evocaciones
insignificantes, yo seguía asombrado ante el crepúsculo
de tanta promesa. Y cuando desaparecían, como
inevitablemente ocurría, estaba dispuesto a empezar de
nuevo, dispuesto a sentarme en la oscuridad durante
horas a esperar aunque más no fuera una simple
chispa, aun sabiendo que no arrojaría casi nada de luz.
Lo que entonces no entendía, y lo que ahora entiendo
demasiado bien, es que las chispas traen con ellas el
deseo de ser liberadas de la carga de tener que brillar.
Y es por eso que ya no escribo, y es por eso que la
oscuridad es mi libertad y mi felicidad.
 
 
(version de Isaias Garde)
 
 
(Fuente: Fabio Cardarelli)

 

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