viernes, 30 de diciembre de 2022

Héctor Giuliano (Piamonte, Italia, 1947)

 

Mi vieja
repetía:
"padres pueden
haber varios,
madre una sola".
Y yo nací
eclipsado
en esa batalla.
 
Y ella decía:
"a raudales y caudales,
perpetuas mis marchas
a Génova
recogían harina de aguaribay
durante la guerra".
Yo no contestaba
como huevo pasado por agua
en ocasión de mares
y peces voladores
mientras el "Paolo Toscanelli"
surcaba las borrascas ecuatoriales.
 
"Tus tíos murieron en Rusia,
la Civil en Teruel,
uno en Bremen
y otro de tifo petequiale
y otros emasculados
por guerreros en Abisinia,
menos Michele que fue partisano
y recibió una bala perdida".
Y yo me pertrechaba
desterrado
en esa caducidad
que burla la frontera
que no hay.
 
Entre primos y cuñados,
sobrinos , carteros,
bebés que se hacían caca
y nadie los aseaba,
destripaterrones,
apicultores,
un alcaide de camposanto,
buzos, linyeras,
perros, gallinas y conocidos
e hijas de cavilar;
a escasos cuatro años
de su undécimo matrimonio
yo me arrugaba
tal pie forrado en salmuera,
y por los techos
y en la profundidad que tridimensiona
hurgando el barro y la montaña,
y la nieve
propiciaba agua de tofana
para el garguero
de tanta paternidad
que se extraviaba por ahí,
sin causa consecuente,
verdad de todos conocida. 
 
 

- Inédito-

 

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