miércoles, 28 de diciembre de 2022

Roberto Loya (Madrid, España, 1961)

 

LA TRIPULACIÓN DE SÍ MISMO

Yo soy la corriente circumpolar que explica el error
de las cartografías,
el estado longitudinal de las naves rugientes
cubiertas de espuma y agua verde.
Superviviente del oleaje
que oye el crujido de las cuadernas.
Navegante, rehago el mundo con detalle
en dibujos de islas cubiertas de hielos
y colmillos egipcios o extraterrestres.
Del temporal, soplo como el viento
a través de los imbornales.
Soy el vagabundo del mar
que iba tocando la cresta de las olas
sobre los muros de la noche.

***

LOS DÍAS DE MISA

Qué es la nada
preguntas de nuevo
haciéndote niño,
creyendo la magia de una madre
besándote el cabello,
que te lleva
dándote la mano
hasta el Señor,
bajo míseros versos
mortales engaños
de los venenos
donde olvidé amar.

***

CONSUMACIÓN DE LAS CENIZAS

Cómo saber del frío candente
en algunos lugares
del corazón

(la carne
ya cenizas
la palabra
ya muda
el cierzo
que no es.)

El último vals.
Sin luz el tiempo
de las religiones rotas

el viejo devenir
de barbarie
abolido
por falta de energía,

los supervivientes
revolucionarios,

los últimos fascismos
por las sobras
que llevan a los libros
a sus celdas,

el ayuno no elegido
y la poesía indiferente
tocando las últimas expediciones
de hombres y bestias.

***

PLAZA MUNDI

El grito de los vencejos
sacude la piedra
que se derrite del templo.

Tanto dolor y amanece.

Ésta es la piel
que besa el aire.

Éste es el cuerpo
que mide el silencio,
la inocencia oscura
de las primeras iluminaciones,
la quietud de su melodía
en lo que anhelamos.

El que salta
de su pupila
a un trampolín ciego.

El que vive
de lo impronunciable.

El que es rico
y tiene mayordomos
en vez de amigos.

El que llama a casa
para pedir abrigo.

Todo se extingue
en el mismo soplo.
Una flor va muriendo
cada tarde.

Nos dieron el mundo
y la forma de su lenguaje
pero olvidaron
que nada puede salvarnos.
Nos prometieron volar
como una pluma
en su dibujo vacío.

Pero nadie voló.

Nos dieron agujas
al paladar
y siglos
de antropologías melodramáticas.

***

LA MUERTE DE AMANECER

Brotó la hierba en la almohada.
Nacen los primeros sueños
o quizá los últimos
antes de que claree la mañana.

El alma sobreviene
como descanso,
y el sol dentro
tiñe de oscuridad
el tú y el yo.

 

(Fuente: Zenda libros)

 

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