viernes, 30 de diciembre de 2022

Eduardo Llanos Melussa (Chile, 1956)

 

ACLARACIÓN PRELIMINAR 

 

Si ser poeta significa poner cara de ensueño,
perpetrar recitales a vista y paciencia del público indefenso,
inflingirle poemas al crepúsculo y a los ojos de una amiga
de quién deseamos no precisamente sus ojos;
si ser poeta significa allegarse a mecenas de conducta sexual dudosa,
tomar té con galletas junto a señoras relativamente deseables todavia
y pontificar ante ellas sobre el amor y la paz
sin sentir ni el amor ni la paz en la caverna del pecho;
si ser poeta significa arrogarse una misión superior,
mendigar elogios a críticos que en el fondo de aborrece,
coludirse con los jurados en cada concurso
suplicar la inclusión en revistas y antologías del momento,
entonces, entonces, no quisiera ser poeta.
Pero si ser poeta significa sudar y defecar como todos los mortales,
contradecirse y remorderse, debatirse entre el cielo y la tierra,
escuchar no tanto a los demás poetas como a los transeúntes anónimos,
no tanto a los lingüistas cuanto a los analfabetos de precioso corazón;
si ser poeta obliga a enterarse de que un Juan violó a su madre y a su propio hijo y que luego lloró terriblemente sobre el Evangelio
de San Juan su remoto tocayo, entonces, bueno, podría ser poeta
y agregar algún suspiro a esta neblina.
 
 

(Fuente: Marcelo Sepúlveda Ríos)

 

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