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Cuando Vera Williams se enteró
de que me interesaban
los hongos silvestres,
les prohibió a sus hijos
que tocaran ningún hongo:
según ella, porque eran
venenosos, mortíferos.
Unos días después,
compró unos bifes
en la carnicería
y decidió servirlos
con una generosa guarnición
de champiñones.
Cuando empezó a preparar
la guarnición, sus hijos
dejaron lo que estaban haciendo
y se pusieron a mirarla
con atención.
Cuando sirvió la cena,
lloraron de alegría todos juntos.
Trad. Ezequiel Zaidenwerg
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