Mortaja
Hice conducta de poesía. Pagué por todo. Sentí de pronto que tenía que cambiar de vida. Alejarme del mundo. Y me aislé. Me fui de todos, aun de mí.
Hoy es la demencia un estado natural.
Todas las palabras son esenciales. Lo difícil es dar con ellas.
El delirio son instantes. Puede durar toda una vida.
Mi poesía es toda una medida.
Pero no confundamos a los poetas con los que escriben libros por vanidad o se doctoran en la carrera literaria: esos mismos que se prostituyen detrás de los premios o de las famas de los cenáculos: esos pobres tontos que pretenden encerrar la poesía en un cofre, como si las palabras fueran simples joyas y no lo que son: la carnadura del alma.
Esa gente no puede ser considerada realizadores de obras, como lo entendían los antiguos gramáticos. Se olvida muchas veces que el poema para concretarse necesita de la intuición poética y ella presupone un estado despojado y muy humano del espíritu. ¿Y donde veremos lo humano más que en el dolor ajeno? De todas formas ya no quiero hacer más cargo a la sociedad. El evangelio dice: "No juzgar". Además,¿quién conoce a nuestra sociedad?, ¿o quién puede conocer otras manifestaciones que no sean las de su demencia y su congénita maldad?
Buscar la verdad siempre es doloroso y el que no se anime jamás será poeta. Lo he escrito, estamos en el mundo, pero con los ojos en la noche.
Persisto en entender la poesía como un estado de ánimo antes de la reflexión...y en la reflexión mi alma crece, se hace ligera... En cuanto lo demás, me remito a la obra poética de Aristóteles; allí continúa estando la clave.
Libro: Molino rojo/ Estrella de la mañana
Editorial: @editorialserapis
(Fuente: Gastón Leandro Ezequiel Vázquez)
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