En esta ciudad
el mediodía abrasador
oculta en su redoma la sensación de la mirada de los muertos,
la idea de que nos ven pasar desde sus áticos
o desde los bancos del parque donde se sentaban
a la sombra, con el periódico de la mañana estrujado
como si no lo leyeran y les sirviera tan sólo
para entretener las horas a medida que el tiempo las iba desgranando:
la mirada de los muertos no es la mirada de los vivos,
pues aquellos nos miran con la insistencia impúdica
de los amantes despechados de otra época,
como si haber muerto se pareciera
a saber extinto un amor
que respiraba vivo en cada poro,
o bien su mirada se parece
a la de los peces abisales
que hemos visto alguna vez en la televisión,
una mirada dormida pero penetrante,
que succiona todo lo que la rodea
porque vive de ello
y fundirse con ello es su única oportunidad para existir
En "La mirada de los muertos"
(Fuente: Ablucionistas)
No hay comentarios:
Publicar un comentario