martes, 25 de agosto de 2020

Bruno Polak (Perú, 1978)



4
 

Nada es lo suficientemente digno para malgastar las fuerzas de la juventud.
Y deambulamos, calle abajo,
                   entrando a la plaza por Calle del Amparo/
cada transeúnte lleva la partitura de su vida bajo el brazo.
Pero hoy ha terminado exitosamente la noche y
                                     ruge la señal plateada de las rejas de los establecimientos/
los baguettes y las bicicletas suplantan las espadas y los caballos.
“Porque el dios de la poesía era de cristal y ha explotado en los
                                      cielos sobre todas las cosas”
                                                                      me dices, mientras
ves caer las últimas gotas de lluvia de la cornisa del teatro.
Pequeño pájaro dormido/ luz salvaje sobre los capiteles.
Ningún hecho, ninguna labor, es lo suficientemente digna para
malgastar la impecable fuerza de la juventud,
quizás sí el amor procaz, la vagancia desmedida,
la transmigración del lenguaje a las cosas
                                                                      del mar a las cosas
porque hoy la poesía es una labor doméstica
                       (amas de casa leen mientras hierven las verduras)
“tomas una bolsa plástica, la oprimes entre tus manos y la lanzas sobre la mesa;
observa cómo se expande”
como se expande el universo,
como se expande la mitocondria el fuego la raíz
el vuelo de los cormoranes en nuestro cuerpo.
¡Oh Saint Rene Quinton, veo el mar y veo mi casa!
Porque el corazón humano es 70% agua oceánica/
porque el corazón late y se expande sobre la mesa como se expande el Universo,
como se expande el fuego entre las nubes
como se expanden los sueños humanos que son también 70% agua que
se evapora sobre nuestras cabezas/ ¡oh Saint Rene Quinton!
¿quién no ha imaginado alguna vez el sol brillando de noche,
                                                                         en su estómago, mientras duerme?
¿quién no ha imaginado alguna vez que son sus palabras
soles incandescentes que brotan de su boca y caen
en tierra fértil hasta dar hermosos brotes de fuego?
Horrendo mundo el que te obliga a esconderte para llorar.
Horrenda angustia que aleteas como un pájaro dentro del corazón humano/
y seguimos, calle abajo, el vuelo mágico del polen sobre las cosas reales,
bandadas de turistas rodean y
disparan sus cámaras de fotos contra la estatua del poeta.
El amor es un animal onírico
que no sé si alguna vez, tú y yo, con todo el viento
                                               a nuestro favor, hemos podido presenciar.








8


Y esa señora, tras el vidrio, que tintinea la cucharita entre
la taza y el pequeño plato, es el vivo reflejo de mi madre/
empujamos las puertas batientes hacia el salón de los azulejos y nos
acomodamos en una pequeña mesa/ dividida en dos/ por la luz y la sombra.
Ella me observa y cree reconocerme
pues el día es limpio y real como
las servilletas de tela que una niña va doblando sobre el mostrador.
Ramas del árbol que extienden sus arterias hasta la infinitud
transeúntes anónimos que pasan cada uno con su rayo de sol y
que ahora puedo observar
                                           detrás del otro lado del vidrio.
Levantas el brazo y pides un jugo de naranja y un café,
yo veo las hebras de la página 82 de este libro
a contraluz/ entre las tenues letras negras/ y la página 81/
palabras tan antiguas que se echan a la bolsa y se revuelven
y así tenemos un poema
y así tus manos se posan bocarriba sobre el tablero de mármol.
El candor en la taza de café que aun sobrevive del
sol que hizo brotar los granos
el candor del cuchillo que dio el corte transversal a las naranjas
y así se crea el árbol, el verbo, la semilla, la tinta
se hace carne Hesíodo como padre de la iglesia de
la Cúpula de Magdalena.
Arcano Poder, síntoma Particular:
de los ahorcados solo quedan las ramas quebradas
y el brote de los crisantemos.
Arcano Poder, síntoma Universal:
yo un día tuve un violín que até a una piedra y
arrojé desde el roquerío al mar de San Bartolo/
porque para que este poema cobre vida es necesario
imaginar un tigre agazapado
sobre nuestras cabezas/
porque para que cualquier cosa cobre vida
es necesario atarla a un racimo
de globos de helio/
y decirle adiós con un pañuelo de sabiduría.
Dejar botadas las palabras que nombran todas las
cosas sobre la arena mojada/
sentarnos a la mesa de los desadaptados: tomar las armas,
las flores, los libros,
poner mis manos, bocabajo,
sobre las tuyas, en la mesa de mármol
(el paciente triunfo de la sombra sobre la luz
en el tablero apoderándose de nuestros brazos)
llevarlo todo una mañana de octubre a la ribera del río
soñar con añoranza y rabia que la nuestra
es siempre la otra ribera del río.
Ver el agua que nos separa y zambullirnos
en los libros en las flores,
en los recuerdos que confundimos casi siempre con hechos ficticios
en toda una vida que al final se convierte solo en
cuatro recuerdos revividos
en nuestra lengua materna que es el graznido del
río atravesando las piedras
ave de papel sobrevolando el prado con un corazón humano
reliquias de todos los santos echadas al viento
/amor como una llave encontrada en el suelo
sin saber que puerta abre/
porque hoy todavía puedo presumir en algo la arrogancia
                                                                          de mi juventud
y aquí levanto la cara y los miro con
desprecio real: peatones, lectores, amas de casa,
y aquí levanto la cara y veo con real desprecio
al vivo retrato de mi madre
(todos estos versos a cambio de mi vida arrebatada)
y ella alza los ojos y me devuelve una mirada de estulticia,
de candor, de compasión humana,
y siento que mi juventud camina entre los peatones
al otro lado del vidrio
adiós días venideros, adiós breve camino de la casa a la playa/
yo solo les quería proponer un juego simple, pero bello: ámense
no le nieguen la hora a nadie
enfunden su violín y tomen el bus a la playa norte de San Bartolo
detrás de la colina de la cruz, donde el mar brama,
bésense con todo el deseo de trascendencia a la sombra del
árbol que ha sobrevivido a todos los amantes
porque quien ama, en suma, miente
porque quedan siempre/ aunque sea tenuemente / los
nombres escritos en la corteza del árbol
(las lágrimas escritas en los líquenes de las piedras)
y porque de los días aparentemente interminables
llegará aquel terrible
que ilumine nuestra última tarde,
y cierto que la magia ha de prevalecer sobre el fuego
y cierto que el desprecio
ha de prevalecer sobre las miradas compasivas
sobre los transeúntes detrás del vidrio
sobre la última ola que rompa sobre la playa.
Luego das el primer sorbo de café y
el vivo reflejo de mi madre deja algunas monedas
sobre su mesa         y sale por las puertas batientes
                                                       sin dirigirme una mirada/
la veo perderse entre los peatones sin poderla reconocer ya claramente.
Cierro el libro y
creo observar un rayo de eternidad confundiéndose con un
simple destello en el marco de tus lentes.
Hoy juraría que un amor equivocado fue sin duda mi mejor amor.






(Fuente: La raíz invertida)


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