HABITO EN EL
CORAZÓN MISMO DE LA ROCA
Habito en el
corazón mismo de la roca.
Aquí siempre
es de noche,
los nombres
están huecos,
uno puede
agitarlos y es nada lo que escucha.
La derecha
es la izquierda,
cualquier
cumbre,
el anegado
lecho de un río abandonado.
Vacía es la
entraña de lo oscuro.
En el
corazón mismo de la roca habito,
y no habito
tampoco en cierto modo.
No hay nadie
más respecto al cual yo pueda distinguirme,
al que
implorar, gritar
Estoy sola
aquí abajo,
sola.
Mi boca,
que fue hecha
para besar la herida,
o el poro
que se expande al calor de los labios,
está llena
de tierra.
Mi boca, hecha
para besar.
¿A dónde
habrán ido a parar los besos que no he dado?
Mas no he
muerto,
eso creo.
Siento el
dolor como si fuera virgen,
el lacerante
tajo
que
implacable retorna,
como una
violación.
Así que no
estoy muerta, no lo estoy todavía.
Y, sin
embargo, exactamente sé
a qué sabe
el instante
previo de la muerte.
(Fuente: Buenas noches Nueva Orleans)
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