sábado, 29 de agosto de 2020

Alfonso Sola González (Paraná, Entre Ríos, 1917- Mendoza, 1975).







Poema de la comunión del perdido



Voy a salir de mi casa
abro la puerta
y está el sol
camino por la calle
que me lleva
después de tantos años
de pan y polvo
y raso oscuro
al pan
vuelvo ya
yo pecador
y espero
a una muchacha
que me acompañará
en la tiniebla
de la iglesia
vacía
y  la muchacha sonreía
y aún no es la noche
y  las escobas barren
la tierra de la iglesia
y aún no es la noche
y el viento barre mi pelo
y las piedras de la iglesia de fuego
y aún no es la noche
tomo
sé a dónde voy
sé que voy a recibir
la única sangre
que gotea para siempre
desde el árbol terrible
y tal vez
tenga miedo y alegría
porque aún no es la noche
una guitarra puede
decir que estás lejos
así como un perro cubierto de rosas
que pasa frente a la puerta donde salgo
para recibir al Señor
para decirle
que estoy lejos
y aún no es la noche
y una voz que me llama mi abominable
y escupir sobre la inocencia terrestre de mis ojos
que han visto desnudo
tú, sí, que
también de pan
de sollozos en la almohada
cuando alguien mordió tu pelo
y aún no es la noche
y arrodillado
hemos viajado como Ulises
pero este mar no tiene sirenas
hemos golpeado en puertas de iglesias cerradas
hemos apretado timbres de sacristías
casi hemos muerto de amor
rezando
pero aún no es la noche
pero nunca pensamos
que detrás nuestro
caminaba
siempre
el que siempre caminó
con el árbol de Judas
el tuyo
y el mío
sonriendo
detrás nuestro
con el vinagre
en la dulcísima boca
y la llaga que no cesa
pero aún no es la noche.
***
Sonne le cor,
pero nadie busca
a un ciervo
herido.
Es el tren de Chacras
que llega a la estación
al amanecer.
Es el tren que se pierde
en la lejanía,
hacia el mar
Pacífico,
donde tengo amigos
y  rosas
enterradas
en un fuego negro
como toda mi alma,
como toda mi lengua sucia.
No, no es el cuerno de la vieja poesía
que amé;
el cuerno tras el ciervo que huye
y muere.
Sólo es un tren que pasa
y yo no sé quiénes van en ese tren del alba
tan cerca de mi palacio
hacia el mar
Pacífico,
donde estuve caminando
donde nadie me espera
con el jamón y el duro
vino blanco;
donde nadie escribe
sobre la arena de Portales
una palabra que el mar siempre se lleva
Alfonso.
Sonne le cor.
El tren se va. 
 
 
 
 
 
(Fuente: Alpialdelapalabra)

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