martes, 25 de agosto de 2020
Martin Espada (EEUU, 1957)
ROBARÍA UN COCHE PARA TI
Papo robó un coche para no llegar tarde a la escuela, la primera campana
y el último capítulo del libro que aprendiste en la clase de inglés.
Quería saber cómo terminaría la historia. Su historia terminó
esposado y en la cárcel, su estrella de oro por el récord de asitencia
revocada.
Yo robaría un coche para ti, incluso aunque las llaves ya no
colgaran de la puesta en marcha como lo hicieron el año en el que nací.
Nunca he robado un coche, aunque confieso que soy un vándalo,
arranque el adorno del capó de un Mercedes para improvisar
una hebilla para el cinturón. Mis pantalones se me bajaron de todos modos,
dejándome
con las rodillas despellejadas, una boca expectorando obscenidades
y una historia para contar. Mis pantalones todavía se me caen a día de hoy
y tú te ríes hasta que tu cara se vuelve del color rosado de los globos de
cumpleaños
así que lo hago de nuevo, como un payaso de rodeo intentando rescatar
al vaquero de los cuernos del toro que montaba.
Puede que tenga sesenta y dos años, pero desearía poder robar un coche
para ti.
Harías girar las ruedas y aparcarías en paralelo, con elegancia,
como un patinador sobre hielo deslizándose hacia atrás en forma de ocho.
Tendría una historia que contar, no una historia donde interpreto
todos los papeles con todas las voces, solo para cerciorarme de que
has escuchado esta historia una docena de veces antes. Yo robaría
un coche para escuchar tus historias, la historia del chico
que robó un coche para no llegar tarde a la escuela.
He escuchado la historia muchas veces antes, pero cuéntame
de nuevo la primera vez que nos sentamos juntos y sabías
que todos los cantantes melódicos de todas las baladas en las radios
de todos los coches nunca podrían encontrar las palabras para cantar esta historia:
Sentí que mi sangre se estrenecía, dijiste. Cuéntame otra vez cómo
con tu mano me ofreciste una bolsa de almendras crudas
y mis dedos se metieron en la bolsa. Cuéntame una y otra vez
cómo bailamos lentamente en el aparcamiento
al son de un cantante de baladas cubano que sonaba en la radio del coche.
Versión de Carlos Alcorta
(Fuente: Carlos Alcorta)
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