Trilogía del Gran Circo.
No fue un buen comienzo
Ni esto es un final
Porque en realidad nada termina
en este gesto.
“En verdad os digo En verdad os digo
que cualquier otro camino
hubiera terminado
así.
El verdadero desastre está
en aceptar elegir
bajo esta carpa”
El que así les habló (siempre es grandilocuente
y ya lo sospechaban)
fue el enano,
porque
¿qué esperaban en el fondo de sus corazones
de esos harapientos banderines en lo alto de las lonas?
La aventura hace años pasa por otro lado
y si no se tiene
(“en verdad os digo en verdad os digo”)
el fuego sagrado
¿quién calentará estos huesos
cuando la adolescencia parta?
Y a/hora
el atrevido muchacho del trapecio prepara
su verdadero salto mortal.
II.
Yo soy la ecuyère.
El payaso está enamorado de mí.
Yo estoy enamorada del domador de leones.
El domador de leones está enamorado de la muerte.
La muerte no le quita los ojos al trapecista.
El trapecista suspira allá arriba por el oso.
El oso mira con ansia al enano que corre.
El enano corre detrás del payaso.
El payaso me mira a mí
que danzo en círculos
sobre mi caballo que galopa.
III.
Cuando cazaron los últimos animales
volvieron a sus casas y sus quehaceres.
Los carromatos humearon
en un círculo negro.
Nos levantamos de nuestros escondites
la ecuyere que se desmaya, el equilibrista caído.
el payaso que se muere de tristeza,
y allá fuimos.
Compartimos un corro de ginebra,
una sopa engordada y el sereno.
Evitamos las rutas, las ciudades,
los perros que nos ladran.
Alguno se procura unos pollos,
verduras por las quintas que no echen en falta,
y al anochecer ya tenemos un día más
a las espaldas.
De vez en cuando a la mañana alguien se tropieza,
a otro no encontramos, o lo encontramos
frío.
Y a veces una ráfaga que viene de los árboles,
como un presentimiento,
nos trae una música
machacona y artrítica.
I: 1982
II: 2003
III: 2025
Ilustración: Eleonora Arroyo
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