RETRATO
Si los elegidos de los dioses mueren jóvenes,
¿qué hacer con el resto de la vida?
La vejez es un abismo
si la juventud es la cima.
Yo no me muevo de aquí.
Aunque sea de una pierna seguiré siendo joven.
Me aferro al aire con unos bigotes tan finos
como el chillido de un ratón.
En esta posición vuelvo a nacer constantemente.
No conozco otro arte.
Pero siempre serán yo:
los guantes mágicos,
el cotillón en la solapa de la primera mascarada,
el falsete de los manifiestos juveniles,
el rostro del sueño de la costurera con el crupier,
los ojos arrancados que me gustaba pintar
esparciéndolos como guisantes desde la vaina,
porque ante este espectáculo temblaban las ancas muertas
de una rana pública.
Asombraos también vosotros.
Asombraos por las barbas de Diógenes,
que le gano en ideas.
Rezad
un eterno comienzo.
Esto que tengo en los dedos
son arañas que mojo en la tinta
y arrojo al lienzo.
De nuevo estoy en el mundo.
Florece un nuevo ombligo
en el vientre del artista.
Traducción: Abel Murcia, Gerardo Beltrán y Katarzyna Moloniewicz
Sal (1962)
En: Poesía completa (2024)
Madrid: Visor Libros, 2024, pp. 99-100
(Fuente: Óscar Limache)
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