Las desobediencias de la Muerte
Sombra, así me llamaron.
Y no por ser menos que la luz sino por ser su oponente.
La noche para que exista el día.
Tal vez, la sed para que exista el agua.
Soy la Sombra. Y junto a mi tarea, recibí la prohibición de ser madre.
Injusta frontera que me niego a tolerar,
aunque mi desobediencia corroa el tronco de las grandes leyes.
Soy la Muerte y, a pesar de la prohibición, decido engendrar.
Pero mi vientre, que no fue planeado para otorgar vida, es macizo, sin
oquedades ni líquidos.
Por eso, lo que deba suceder, sucederá en mi boca.
Ahora camino hacia el sitio que cuidadosamente elegí para aparearme
conmigo misma:
el monte Nóferos que, por huesudo y cavernoso, es semejante a mí.
No necesitaré más sustancias que las propias, y mucha paciencia.
Cuando abandone este lugar, seré la madre Sombra. Y mi hijo…
¿Quién será mi hijo?
(Fuente: La Parada Poética)
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