ALREDEDOR DE LA MIRADA
en la cima de un basural asediado por el hambre, en la escalera de
los subtes ensayando algún malabarismo para sobrellevar la
sobrevida, en el semáforo detrás de los vidrios cerrados de un auto
que acelera, en la calle rigurosamente evitada y en las esquinas que
separan dos hemisferios inseparables, entre tanto silencio circundando
su mugre, sin juego nunca, sin más que risa sucia y pies descalzos, me
topé con sus ojitos mirándome mientras pasean invisibles por mis venas
y se apaga un último vestigio de candor.
Sus ojitos miran como quien insiste en mostrar su materia famélica: interponiéndose en un trayecto ciego. Como quien grita a pesar de la
sordera.
Revolotean desnudos alrededor de la mirada que los esquiva.
Y se cuelgan a la noche,
suben la desmemoria
y todavía
llaman.
(Fuente: Daniel Rafalovich)
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