Del numeroso cagaderío
que me mandé,
el peor fue
agarrar un lápiz
y escribir.
y estas llamas
que se aventajan
sobre la ambición
y lo connatural narcíseo
que repugna
como dórica prosperidad
del embuste
y las superficies vacías.
Miel en la boca,
peculio caído,
hiel en la adoración
de la palabra
y su técnica soterrada,
religión del pobrismo
y el tanteo,
libre comercio
atado a ultramar
y la montaña
que corta todo paso.
Derecho y deber,
lo que multiplica
resta,
la vida
es el reino
y la muerte su cordero.
- Inédito -
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