UN ESCRITOR ÚNICO
Qué te he dado, lo sé. Qué has recibido, no lo sé.
Antes de recorrer mi camino yo era mi camino.
Las cadenas que más nos encadenan son las cadenas que hemos roto.
Nadie puede no ir más allá. Y más allá hay un abismo.
Tú crees que me matas; yo digo que te suicidas.
Han dejado de engañarte, no de quererte. Y te parece que han dejado
de quererte.
Vengo de morirme, no de haber nacido. De haber nacido me voy.
Cuando rompo algunas de las cadenas que me encadenan, siento que me disminuyo.
Situado en alguna nebulosa lejana hago lo que hago, para que el equilibrio universal de que soy parte no pierda el equilibrio.
Sin esa tonta vanidad que es el mostrarnos y que es de todos y de todo, no veríamos nada y no existiría nada.
Las pequeñeces no son lo eterno, y lo demás, todo lo demás, lo breve, lo
muy breve.
Cerca de mí no hay más que lejanías.
Un poco de ingenuidad nunca se aparta de mí. Y es ella la que me protege.
El hombre no va a ninguna parte. Todo viene al hombre, como el mañana.
El frío es un buen consejero, pero es frío.
Si yo fuese como una roca y no como una nube, mi pensar, que es como el
viento, me abandonaria
La razón de todos es un monstruo y la razón de uno… Es la razón de uno.
Se puede no deber nada devolviendo la luz al sol.
La verdad tiene muy pocos amigos y los muy pocos amigos que tiene son
suicidas.
Dios mío, casi no he creído nunca en ti, pero siempre te he amado.
No hallé como quien ser, en ninguno. Y me quedé, así: como ninguno.
Las dificultades también pasan como todo pasa, sin dificultad.
Cuando tu dolor es un poco mayor que mi dolor, me siento un poco cruel.
El hombre habla de todo y habla de todo como si el conocimiento de todo
estuviese todo en él.
Dirán que andas por un camino equivocado, si andas por tu camino.
Quien ha visto vaciarse todo, casi sabe de qué se llena todo.
Casi no he tocado el barro y soy de barro.
Sí, están equivocados, porque no saben. Y si supieran… Nada. Ni estarían equivocados.
Sí, es necesario padecer, aun en vano, para no vivir en vano.
Mis partículas de tiempo juegan con la eternidad.
Lo que dicen las palabras no dura. Duran las palabras. Porque las
palabras son siempre las mismas y lo que dicen no es nunca lo mismo.
Todo es como los ríos, obra de las pendientes.
El hombre, cuando es solamente lo que parece ser el hombre, casi
no es nada.
Estar en compañía no es estar con alguien, sino estar en alguien.
El mal de no creer es creer un poco.
Sé que no tienes nada. Por ello te pido todo. Para que tengas todo.
Durmiendo sueño lo que despierto sueño. Y mi soñar es continuo.
Mis ojos, por haber sido puentes, son abismos.
Sí, es entrando en todo como voy saliendo de todo.
Reseña - Comentario de su libro "Voces" - Textos del autor
Antonio Porchia fue un poeta italoargentino, nacido en Conflenti, Catanzaro, Calabria, en 1885. A los 15 años emigró a Argentina junto a su madre y hermanos, ya que su padre había fallecido en 1900. Allí, para mantener a su familia desempeñó diversas tareas: de carpintero, tejedor de cestas y changas en el puerto, entre otras. A su vez, escribe en su tiempo libre. En 1938 aparecen sus primeras publicaciones en el periódico La Fragua. Fue autor de un único e icónico libro titulado Voces, versos que oscilan entre la poesía y el aforismo, escritos con un lenguaje directo y cotidiano, caracterizados por un estilo limpio y fresco, alejados de la estética de la poesía de su tiempo, que lo convirtieron en un icono de la literatura argentina. André Breton llegaría a afirmar que se trataba del «pensamiento más dúctil de la literatura hispana». Porchia nunca se vio a sí mismo como un escritor profesional, pese a haber cultivado este arte desde muy joven. Sin embargo consiguió, sin buscarlo, un destacado lugar en la historia de la literatura hispanoamericana.
COMENTARIO DE "VOCES"
En la vasta y diversa constelación literaria, donde las palabras se convierten en la música del alma, emergen destellos de luz que iluminan los rincones más profundos de nuestra existencia. Entre esas estrellas brillantes destaca la obra "Voces" del inmortal Antonio Porchia, un tesoro escondido entre los anaqueles de la literatura.
En cada página de este libro, se despliega un universo íntimo y misterioso, como un laberinto de espejos que reflejan las verdades más esquivas. Porchia, cual arquitecto de la palabra, erige con maestría un puente entre lo abstracto y lo concreto, entre el susurro del silencio y el clamor de la existencia. Su prosa, tersa y certera, se desliza por los corredores de la mente, invitándonos a despojarnos de las máscaras cotidianas y adentrarnos en un viaje introspectivo.
"Voces" se revela como una sinfonía de pensamientos desnudos, una danza de letras que se enredan en los recovecos del pensamiento. Cada frase es una suave caricia al espíritu, un eco que reverbera en la quietud de la noche. Las palabras de Porchia son pequeñas joyas literarias, fragmentos de esencia que se despliegan como pétalos de flores al viento, desafiando nuestra percepción y desvelando los abismos de la condición humana.
En su obra, el autor nos invita a descubrir la belleza en lo efímero, a contemplar la eternidad en un suspiro. A través de sus enigmáticas sentencias, desnuda la fragilidad del ser, revelando los temores y las inquietudes que yacen ocultos bajo la piel. Las voces que emergen de sus páginas son un eco de nuestras propias voces, susurrándonos verdades incómodas y certezas inefables.
Porchia, con su maestría innata, nos guía por el laberinto de la existencia, donde cada giro nos lleva más cerca de la esencia misma de ser. Sus palabras, como hilos de Ariadna, nos permiten encontrar un atisbo de significado en medio del caos. Nos invita a cuestionar, a reflexionar, a sumergirnos en el abismo de lo desconocido, con la certeza de que la búsqueda en sí misma es un acto de valentía.
En "Voces", Porchia nos recuerda que el lenguaje es una danza entre el silencio y el ruido, entre la oscuridad y la luz. Nos muestra la poesía intrínseca de la existencia, la melodía oculta en cada suspiro. Sus palabras, aparentemente simples, se convierten en brújulas que nos orientan en medio del caos, invitándonos a contemplar la vida con una mirada renovada.
En definitiva, "Voces" es una obra que trasciende el tiempo y el espacio, una invitación a explorar las profundidades del ser. Antonio Porchia, en su genialidad literaria, nos obsequia un legado imperecedero, una brújula para aquellos que buscan navegar los mares turbulentos de la existencia. Sus "Voces" nos guían con sabiduría y sensibilidad, recordándonos que en la contemplación y la reflexión encontramos la esencia de nuestra humanidad. Es una obra que perdura en el tiempo, susurrando al oído de cada lector, trascendiendo las barreras del lenguaje y abriendo las puertas de la comprensión más profunda.
MARL
(Fuente: Daniel Edgardo Petasne)
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