El Odio (Fragmento)
Hasta a la naturaleza odiamos. Nuestras horrendas construcciones
profanan los suaves y profundos paisajes que hubiéramos cantado
en otro tiempo.
sin compasión. Nuestra admiración es industrial.
Hemos olvidado el virgiliano amor a la tierra madre.
No es ya el secular arado quien abre con ternura su vientre
para preparar la venida de la simiente misteriosa.
Encontramos mayor placer en hendirlo a golpes de explosivos
para saquearlo.
Y también nos odiará la tierra.
Vagaremos hambrientos sobre su seno destrozado y estéril.
Temblará de ira formidable, y hará desplomarse nuestras fútiles
torres de Babel.
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